Una de las grandes ventajas de las mountain bike es su polivalencia: la misma bici la podemos utilizar para ir a trabajar, entrenar, salvajear y también para viajar. En este último caso, la única diferencia es tener en claro el tipo de recorrido que vamos a hacer, duración y complejidad. No es lo mismo una salida de ida y vuelta en el día –unos 60 km– que pedalear varias jornadas, cientos de kilómetros con la carpa y equipo a cuestas.
Travesía solitaria en busca de los durmientes
Lo primero es conseguir un buen portaequipajes, que sea apto tanto para frenos v-brakes como para discos. Aunque tengamos frenos v-brakes, es probable que luego demos el salto, por lo que un porta que sirva para ambos casos es imprescindible. También es importante que posea anclaje para la luz trasera.
Una vez instalado, tenemos que definir el equipamiento. Un bolso trasero de 23/30 litros es perfecto para salidas de un día de muchos kilómetros. Aparte del equipo básico, podemos llevar un tupper con la vianda, un rompevientos o algo de abrigo, alguna fruta y agua. De esta manera podemos pedalear sin el peso de una mochila y también estirar la autonomía, no dependiendo de alguna estación de servicio o almacén para reaprovisionarnos.
Nota completa en la edición 484 de Weekend, enero de 2013. Si querés suscribirte a la revista y recibirla en tu domicilio, clickeá aquí.
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