La caza, traída por los españoles al Nuevo Continente como medio de subsistencia, se transformó en pasatiempo con el correr de los años por la abundancia de comida. Signada también por prohibiciones y permisos alternativos, su práctica se fue arraigando y era común, a mediados del siglo pasado, que muchos tuvieran una escopeta en su casa para abatir a algún animal de la fauna que merodeaba. Claro que con la industrialización, la tecnología aplicada al ámbito agropecuario y el crecimiento de las grandes ciudades, cada vez quedaron más lejos las posibilidades de cazar en el patio.
Para 1972, empero, generaba un gran movimiento económico y, por eso, no extraña que en el número inicial de Weekend se publicara una nota de caza de patos en los arrozales, con munición 6 y 7, perro retriever y a la pasada de la bandada. Además, va acompañada por un aviso de media página de Fabricaciones Militares.
Permisos y costos para cazar en La Pampa
La citada nota no lleva firma, pero pronto se incorporaron al staff Floreal Ramos, Enrique Landini y Rodolfo Agustín Perri que, luego de trabajar en unos pocos números, se ausentará hasta septiembre de 1982 para permanecer después cuatro décadas en el mensuario. Cada uno de ellos aportó distintas miradas, destacándose este último por la riqueza idiomática en sus narraciones y cómo, aún leyéndolas hoy, siguen dando ganas de acompañarlo en esas frías mañanas camperas.
Al revisar la colección se observan muchos artículos sobre los citados patos, pero también perdices, vizcachas, palomas y liebres y, más raleados, avutardas. Muy interesantes para los cultores de esta práctica eran los mapas de la provincia de Buenos Aires, partido por partido, confeccionados con datos de la Dirección de Recursos Naturales: en épocas donde no existía internet eran esperados ansiosamente para saber dónde, qué y cuánto se podía cazar.
Relatos a cielo abierto: El Magnífico
Con el paso de los años se suman notas en otras provincias, como Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y San Luis, y temas útiles para la época del año en que los cazadores no podían legalmente estar tirando en los campos, como la puntería o la ropa camuflada.
La habilidad de los periodistas va haciendo equilibrio entre la disminución de la fauna y de los campos habilitados, y la detracción pública y política de este pasatiempo. Mientras tanto, Claudio Ferrer y Horacio Gallo, este último hasta nuestros días, comparten anécdotas y datos técnicos de diferentes salidas. Es que, si bien ha habido cambios por los avances de la tecnología en armas, fundas, ropas o vehículos, por citar algunos ejemplos, la pasión es la misma desde hace medio siglo. Los jóvenes de hoy en día y las generaciones venideras serán los encargados de perpetuar, en mayor o menor grado, este antiguo divertimento.
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