Wednesday 24 de April de 2024
CAZA | 03-07-2019 17:21

Cazamos patos con señuelos Bluetooth

Un llamador electrónico fue la pieza del equipo que más se destacó en esta cacería en la zona de Tandil. Por qué hay más ejemplares que otros años.
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En la temporada 2019 una especie ya tiene ventaja: el pato. Ayudado por el clima y una menor cantidad de cazadores que lo buscó en las últimas temporadas, su cantidad aumentó sustancialmente. Así lo indicó Mónica Rodríguez, directora de Flora y Fauna de la Provincia de Buenos Aires, quien también señaló que “a esta altura del año la venta de permisos de caza menor se incrementó sustancialmente con respecto a la temporada anterior, y parte de ese aumento se debe al mayor control por parte la policía rural, que en 2018 retuvo a gran cantidad de cazadores furtivos, carentes del permiso de caza provincial o del dueño del campo”. 

Prueba de campo 

Para comprobar sus dichos realicé consultas con distintos guías de caza de diferentes zonas de la provincia. Y elegí a Gabriel Muñoz, de Tandil, para que me asesorara como especialista y observador, por lo que en los próximos párrafos transcribiré los segmentos más destacados de la charla que mantuvimos.
No es novedad que para iniciar una cacería de patos, el horario de ingreso a la laguna es un poco antes del amanecer. De esta forma tenemos tiempo suficiente para colocar los señuelos en el agua, tanto los fijos como los móviles. En esta ocasión utilizamos dos móviles marca Moho (importados de los Estados Unidos), y 22 fijos que se distribuyeron en forma aleatoria describiendo tres semicírculos entre la vegetación de juncos, a unos 30 m del apostadero. El primer Moho se colocó aproximadamente a 25 m frente al apostadero. Y el otro separado de este unos 35 m. Con la distribución indicada se logra aprovechar mejor la distancia de tiro y tener una referencia visual de la cercanía de la presa en cualquier posición.

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Como llamador utilizamos uno electrónico, al que previamente le cargamos los graznidos de cada raza de pato de la zona, que se bajan desde internet. Es fundamental tener claro qué especie está entrando a la laguna para ajustar el sonido. La conexión de los parlantes puede ser cableada o mediante Bluetooth. La diferencia con el sistema inalámbrico es que los parlantes se pueden alejar sin un tendido de cables que moleste algún movimiento. Pero como en todo, también tienen una contra: las baterías recargables. Si la cacería es prolongada, corremos el riesgo de perder el sonido por descarga (detalle a tener en cuenta al momento de decidir la compra).
La ropa camuflada y cómoda es indispensable para realizar este tipo de cacería, al igual que los apostaderos que, de ser posible, deben estar hechos con la misma vegetación del lugar. El pato es un animal huidizo y con buen golpe de vista. Ante cualquier destello o movimiento extraño huirá velozmente. Las escopetas adecuadas son las semiautomáticas 12/70 con cartuchos de 32/36 g con munición de 5 a 7 según viento y temperatura. Lo más jugoso de todo este equipamiento es saber aprovecharlo, porque con la ayuda de la tecnología se logran grandes cacerías.

Así era antes

Para obtener mayor efectividad aún, Gabriel durante varias temporadas cebó la laguna con granos de maíz que humedecía en un tambor. Esa mezcla, una semana antes de llevar a sus clientes, la vertía en las orillas donde colocaba o armaba los apostaderos. La finalidad era que el pato fuera a comer y se acostumbrara al entorno. En el mismo sentido, el día de la cacería apostaba del otro lado de la laguna un par de ayudantes con la intención de ahuyentar hacia la orilla de enfrente los patos que bajaban en este sector. Espantados y, a su vez, guiados por los silbatos desde los apostaderos, volaban derecho hacia sus captores. 
Pero desde hace un par de años eso cambió. Este año la laguna no fue cebada. En su lugar Gabriel colocó el llamador electrónico entre los tiradores y prescindió de los ayudantes del otro lado. Apenas las primeras luces empezaron a asomar, las bandadas de patos aparecieron numerosas y no hubo necesidad de tirar a la pasada, porque empezaron a bajar como aviones buscando pista. Durante su vuelo se colocaban frente al Moho y descendían en el agua, pero centímetros antes de acuatizar comenzaban a sentir los disparos de la semis a menos de 30 m. Los que no caían levantaban vuelo inmediatamente, pero reincidían en una nueva pasada. Así las bandadas se fueron sucedieron hasta casi pasadas las 9 de la mañana –tarde, por cierto–, siempre  numerosas.

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Afuera la electrónica

A modo de prueba, en una de las vueltas apagaron el llamador para utilizar los silbatos artesanales. La diferencia fue abismal: bajaron muy pocos patos y ¡a más de 50 m!, por lo que hubo que realizar tiros a la pasada. La prueba no resultó, así que se volvió a la tecnología y a los buenos resultados. ¡Increíble!
Como persistían las dudas acerca de la efectividad del sonido por MP3 vía Bluetooth, solo quedaba probar sacar un poco de camuflaje para ver qué pasaba. Dos fueron los cazadores designados, y a pesar de esto los patos seguían bajando, por supuesto que en menor cantidad, pero igual se sentían atraídos. 
En conclusión, hoy el llamador electrónico bien calibrado y con los sonidos de patos apropiados otorga al cazador un elemento tan importante como una buena escopeta o camuflaje. Restaba recoger la cosecha, todos ejemplares de buen tamaño, y disfrutar un sándwich de pan casero, salame y queso tandilense a modo de brindis. Lo que seguía, limpiarlos y al horno con naranjas, batatas y papas.

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Horacio Gallo

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