Los rodamientos cerámicos se han ganado la confianza de muchos ciclistas de ruta debido a los beneficios que implica su uso. En el mountain bike todavía son resistidos, pero como siempre sucede con la aparición de un nuevo material, solo es cuestión de tiempo para ser aceptado.
Los rodamientos son piezas fundamentales, ya que permiten el movimiento de giro entre dos piezas unidas mediante la rodadura. Por ejemplo, los pequeños “engranajes” que van debajo del cassette de los piñones.
En el caso de los rodamientos cerámicos, se ha comprobado que el uso de este nuevo material implica un ahorro de energía, ya que reduce la fricción en las ruedas, pedalier, roldanas, pedales, etc. Esto se debe a que los dientes cerámicos son más redondeados que los metálicos y su superficie mucho más lisa.
En el ciclismo de ruta este beneficio es más que suficiente para justificar su instalación. En el mountain bike no termina de convencer a todos, ya que la velocidad no es lo más importante en esta modalidad. Aun así, en una subida exigente, donde cualquier ahorro de energía es fundamental, este tipo de rodamiento realmente nos puede marcar la diferencia.
Además, uno de los mayores atractivos de los rodamientos cerámicos es su durabilidad y menor mantenimiento. Una cuestión donde los metálicos siempre salieron perdiendo, ya que se corroen debido a la humedad, el barro, la lluvia, etc.
Esto genera que no cumplan su función como corresponde, ya que las bolas metálicas quedan trabadas dentro del rodamiento de metal e impiden un rodaje fluido. Esto no sucede con los rodamientos cerámicos, ya que la humedad no los afecta tanto. Además, en caso de ser necesario, su mantenimiento es mucho más sencillo.
Más allá de sus claros beneficios, hay que tener en cuenta que, como cualquier material nuevo dentro del mercado, su precio tiende a ser muy elevado, por lo que es una inversión recomendada para aquellos que se esfuerzan por tener una mountain bike equipada con elementos tope de gama.
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