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BIKE | 24-01-2020 12:13

Por la Ushuaia más agreste arriba de la mountain bike

Alrededor de los lagos Fagnano y Escondido se puede andar en bicicleta por muy buenos caminos. Los secretos para aprovechar un viaje con mucha aventura.
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Abrí la carpa y me saludó un viento frío y salobre que al instante me recordó que estábamos en Ushuaia, exactamente donde el mar se funde en una sucesión de islas, estrechos, cabos y caletas que parecen no tener fin. Cinco años después de la primera vez, de nuevo nos encontrábamos con las bicicletas al borde del estrecho de Magallanes. En aquella ocasión teníamos un poco menos de experiencia y mucha más carga, alforjas y hasta un carrito, y las inmutables ganas de aventurarnos por caminos desconocidos, que por entonces eran casi todos. La sensación de aventura era más fácil de encontrar o al menos estaba más al alcance de la mano.

En cambio, esta vez solo llevábamos unas pocas cosas que iban cargadas en unos pequeños bolsos que se integran a las bicicletas. Se lo conoce como bikepacking y gracias a esta modalidad pudimos andar por caminos técnicos donde la palabra desconocido vuelve a cobrar sentido. Con algunas diferencias que no tienen mayor importancia, todavía hoy seguimos buscando esa inigualable sensación de aventura que aporta la naturaleza y que, como queda comprobado, no se logra con el camino más difícil, en la ruta más inhóspita o en la montaña más alta, sino allí donde cada uno de nosotros, con su nivel, experiencia y posibilidades pueda sentirla.

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Nos dirigimos a Tierra del Fuego para completar los dos pasos fronterizos que existen en la isla, y si bien no era necesario ir hasta Ushuaia, la idea de pasar Año Nuevo en el Fin del Mundo y comenzar desde allí el viaje nos pareció un buen motivo para sumar kilómetros al itinerario. Además nos permitía hacer alguno de los senderos que existen entre la ciudad y el poblado de Tolhuin. Con todo esto presente, no había mucho más para pensar.

A orillas del Beagle

Alrededor de las seis de la tarde dejamos atrás las calles de Ushuaia pedaleando en un angosto sendero por el que, según explicaba el cartel colocado en una tranquera, conducía a la estancia Bahía Túnel, lugar que eligen como punto de llegada la mayoría de los caminantes que nos íbamos cruzando de tanto en tanto. La senda no presentó dificultad alguna y pudimos rodar muy tranquilos, incluso con las bicis cargadas.

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Por estas latitudes, en los meses de verano el sol se esconde muy tarde, asombrosamente tarde. Recién a las 23:20 se hizo de noche, pero como para reafirmarlo prendimos la cocinilla y pusimos a hervir el agua para los fideos. Acampamos a orillas del canal Beagle. El silencio era absoluto. Esa tarde no habíamos recorridos más de 15 kilómetros, pero ya parecía que estábamos en medio de la naturaleza más agreste. A lo lejos se veían bien claras las luces de la ciudad.

Técnicamente, el sendero del Beagle comienza en la baliza Escarpados, desde la cual el camino vehicular se transforma en un pequeño sendero por el que se bordea el canal hasta llegar al poblado de Puerto Almanza, a unos 49 kilómetros. La ruta no cuenta con mayores dificultades técnicas para recorrerla caminando, pero se transforma en un desafío interesante para quien tenga intenciones de completarla en bicicleta, ya que se atraviesan sectores con barro y raíces, se vadean varios ríos y hasta la traza desaparece en algunos tramos donde hay que cruzar campo traviesa entre puntiagudas plantas de calafate.

Entre el Escondido y el Fagnano

A pesar de ser enero, bajamos del Paso Garibaldi bajo una nevada considerable. Llegamos a orillas del lago Escondido con rumbo hacia la ciudad de Tolhuin. Los rayos de sol que se filtraban por las ramas del bosque nos obligaron a parar para quitarnos algo de abrigo. Durante la pausa Marisol, mi compañera de andanzas me comentó que “es asombroso lo rápido que cambia el clima es esta isla”.

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Tan solo una hora después estábamos pedaleando por el borde del lago Fagnano, arriba todo era nubes grises. Minutos más tarde la primera gota me golpeó con fuerza la mano derecha. Otra vez llovía en Tierra del Fuego. Armamos la carpa y, a resguardo, vimos como el Fagnano se cubría de una bruma espesa que poco a poco lo hizo desaparecer. Con este espectáculo la tarde llegaba a su fin, mientras nosotros nos calentábamos las manos con una rica taza de café.

El sendero del Fagnano permite unir el Paso Garibaldi con la ciudad de Tolhuin casi sin tocar el pavimento de la Ruta Nacional 3 (tampoco se aleja mucho de ella). Se bordean casi constantemente los lagos Escondido y Fagnano por una traza que transcurre entre anchos callejones, playas y estrechos senderos técnicos de un antiguo circuito de mountain bike. Esta ruta ofrece unas calidades técnicas inigualables para el bikepacking, ya que es posible recorrerla a un buen ritmo, con su gran dosis de diversión y desafío.

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Cerca de la civilización

Después de seis días de travesía por los hermosos bosques fueguinos, llegamos finalmente a la panadería La Unión, en Tolhuin. Estábamos sucios, cansados, llenos de barro y de historias; repletos de naturaleza, como si hubiéramos cruzado una vez más la cordillera por alguno de esos pasos inhóspitos, pero con la diferencia de que durante los últimos días no habíamos arriesgado nada porque siempre estuvimos cerca de la civilización.

A esa altura, lo único que nos quedaba por hacer era disfrutar, algo que no suele ser fácil tras una travesía por lugares agrestes, donde uno siempre debe estar alerta. Pero, por sobre todo, estos senderos fueguinos tienen un importante valor agregado, el de combinar la naturaleza más salvaje de la isla con la cercanía y la calidez de sus poblados. Vale la pena pedalearlos.

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at Javier Rasetti

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