Saturday 7 de December de 2024
BIKE | 12-12-2019 12:44

Cómo armar un estanco económico para salir en bicicleta

Es una solución práctica para proteger el equipamiento sensible al agua cuando una tormenta o lluvia complica la travesía.
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Como en muchas actividades al aire libre, en la bicicleta también hay variables que no manejamos: cambios de tiempo, caminos cortados o deteriorados e infinidad de ítems que pueden obligarnos a cambiar el rumbo. Y el agua, ya sea en forma de lluvia, al transitar por caminos anegados o cruces de ríos, es un copiloto constante. No tenemos miedo de mojarnos, el tema es la protección del equipamiento. A una llovizna pasajera “se la bancan” las mochilas y camelbaks con cobertura incorporada y, si tenemos bolsas estancas de las utilizadas en náutica, estaremos tranquilos. ¿Pero si no tenemos nada de eso o el grupo es numeroso y los estancos no alcanzan? Una lluvia torrencial en plena pedaleada nos empapará hasta el último rincón de la anatomía (doy fe) y he visto mochilas con medio litro de agua en su interior, con ropa y restos de sándwiches flotando alegremente. Ante esta amenaza debemos armar un estanco económico con lo que tengamos a mano.

Prevención. Ahora bien, ¿con qué hacemos un estanco de forma rápida y sencilla? Las bolsas de polietileno que usamos normalmente para llevar la fruta o los sandwiches son perfectas y, cuantas más tengamos, mejor. Las revisaremos inflándolas con cuidado para ver que no estén pinchadas y nos quedaremos con las sanas. Además, necesitaremos cinta, ya sea de la entelada o la transparente autoadhesiva que nunca debe faltar en una mochila. Mientras, el resto de los bikers coleccionarán todo lo no-mojable: documentos, celulares, GPS’s, máquinas fotográficas, llaves de los autos, etc.

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Segundo paso. Envolviendo todo en una remera para prevenir roces, pondremos este paquete en el interior de la bolsa y, luego de sacarle el aire, iremos doblando la boca para pegar el borde con cinta. A continuación tomaremos otra bolsa, colocaremos el primer estanco y repetiremos el proceso, cuidando de que no quede aire en su interior y cerrando el borde de la misma manera. Si tenemos otra bolsa, seguir los mismos pasos.

Evitar el movimiento. Luego, y de acuerdo a cuánta cinta nos quede, podemos encintar el resto del estanco en forma cruzada apretándolo un poco. Es para prevenir que los objetos se muevan y rocen entre sí. Nuestro estanco debería quedar sólido y sólo debemos guardarlo.

¿En qué mochila? Es simple, se viene el agua y nos vamos a mojar. Las mochilas o bolsos sin cobertor o impermeabilizadas se van a anegar así que, dada la importancia de los objetos en el interior del estanco, irán a la mochila o bolso más hermético. ¿Dónde? Arriba. Porque si hay una filtración, el agua irá al fondo de la mochila y, si nos caemos al agua, generalmente lo haremos de costado y raramente de cabeza. Cuando digo de guardar todo lo “no mojable” me refiero también a las llaves de los vehículos, tanto las alarmas o las que tienen cierre centralizado, que cuentan con pilas y circuitos. El agua las puede afectar y dejarnos a pie, literalmente.

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Lo último. Otro factor a tener en cuenta cuando crucemos arroyos es que la vegetación seguramente nos azotará, por lo que la compu o GPS que llevemos en el manillar puede caer por algún ramazo. Una vez protegidos los equipos, sólo es cuestión de pedalear y disfrutar de la naturaleza. Y, como digo siempre, la lluvia no puede arruinarnos una salida: es agua, no ácido.

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Aldo Rivero

Aldo Rivero

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