Saturday 27 de April de 2024
AVENTURA | 18-11-2023 19:00

Un rafting inusual: en balsa a través de los Andes

Navegación sin motor desde Corcovado (Argentina) por el río homónimo hasta Raúl Marín Balmaceda (Chile). Seis días de adrenalina y aventura en contacto con la naturaleza más pura.
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Varios habrán cruzado Los Andes en auto, otros en bicicleta, a caballo, en barco por el cruce de lagos, pero son los menos los que lo han hecho en rafting. Desde el agua, el paisaje es totalmente otro. Los ángulos, las perspectivas, son diferentes. Estamos en Corcovado, provincia de Chubut. Con toda la indumentaria partimos desde la base operativa en camioneta hacia el río Corcovado, para navegarlo desde el Puente de los Suspiros hasta el océano Pacífico. 

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La cuenca del río Corcovado es binacional y desemboca en el Océano Pacífico. El río nace en la Argentina, en el extremo oriental del lago Wintter (o Winter). Su tramo superior describe un recorrido curvo en el territorio cordillerano de Chubut, pasando junto a las localidades de Corcovado y Carrenleufú, para, luego, internarse en Chile, bajo el nombre de Palena, hasta desembocar en el océano Pacífico, en el Golfo del Corcovado. Los antiguos lo llamaban río Carrenleufú, que significa río de agua verde. Fue uno de los cauces interesantes en la definición del límite con Chile, entre posturas de altas cumbres y divisorias de agua, por ser uno de los pocos ríos argentinos que desembocan en Chile.

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Siempre hay un pequeño nervio que corre por la espalda, viendo el agua fluir. Dejar la seguridad que nos da tener los pies en la tierra, para dejarnos deslizar por días sobre el agua. Sabemos que salimos navegando un río clase III, o sea con algunos rápidos, pero nada que temer. El río toma velocidad, bravura; atraviesa un tramo clase IV. ¿Qué significa? En flotadas o rafting, clase III representa que el guía es el timón. Los tripulantes siguen las instrucciones: adelante, atrás, alto, derecha adelante, izquierda atrás, alto. La coordinación de los remos hace que la balsa tome la dirección que indica el guía, pero en la clase III, si la inexperiencia o poca coordinación no ayudan a mantener la proa adonde el guía pone el ojo, no pasará nada. Se gira, se va más a la derecha o a la izquierda, pero se sigue tranquilo, río abajo. Y si hace calor y el guía siente que el grupo quiere algo de adrenalina, hace dar vuelta la balsa para que todos se den un chapuzón. 

Cómo es clase IV 

Buenos trajes de neoprene y salvavidas hacen que ir al agua no sea un peligro, sino una diversión. Tan cierto es esto que saber nadar no es condición para hacer rafting. En los tramos clase IV, ya no todo depende del guía. Un trabajo en equipo y coordinado permite que el guía pueda, leyendo el río, pasar por los pasos que le marcan las olas, las piedras, los rápidos. Pero no siempre se llega y a veces el bote se dobla, amaga a darse vuelta, pasa el rápido con adrenalina o se da vuelta y ¡todos al agua! Es lo que puede pasar durante los tramos más movidos. Divertido, emocionante... genera un golpe de adrenalina pero ya llega el remanso. Momento para poner los remos arriba y resuena el “hurra” del equipo que logró pasar el rápido sin darse vuelta.

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En el año 2005 nació la idea de navegar al Pacífico entre charlas de amigos kayakistas con ganas de explorar. Estudiaron mapas, prepararon la expedición y partieron a cruzar Los Andes navegando. En esa primera expedición no llegaron al Pacífico. Pero fue cuando German Loli Roberts decidió que cumpliría el derrotero en su segundo intento, corrigiendo los problemas de logística que tuvo la primera expedición. Tener un solo líder y una buena programación es clave para el éxito de una expedición, porque contempla todo lo que hace a la seguridad. 

Esta vez sí llegó al Pacifico, y desde entonces incluye esta travesía a su portfolio de Comarka Expediciones. Loli transmite su pasión por la actividad, por el agua, por el paisaje que desfila mientras la corriente nos traslada. Propone navegar el río de las Vueltas en Chaltén, tramo en rafting, otro en seat-on-top; el Corcovado “Clásico” (clase III) y “Frontera” (clase III/ IV), con salidas diarias y dos grandes expediciones para quienes quieren desafiar su temple: navegar el río Santa Cruz hasta el Atlántico y el Corcovado/Palena hasta el Pacífico. Una abanico de opciones para todos los gustos.

Toda una experiencia

Una expedición de varios días permite conectarse con el río y la naturaleza. Un viaje que también es interior, uno aprende a conocerse más, a conocer al otro, a valorar el equipo. Días que a veces pueden parecer largos, cansadores, pero a la hora del fogón, la charla y las risas relajan. Anécdotas que van y vienen alimentan el placer de ser parte, de estar allí, sin importar si llueve, si hace frío, sabemos que mañana la naturaleza seguirá sorprendiendo. 

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Durante el recorrido hay muchas sorpresas. Un tronco fósil, cascadas, nalcas gigantes. Balmaceda es uno de los lugares donde más llueve de Sudamérica, con más de 3.500 mm anuales. Paisajes que por momento parecieran ser de “Jurassic Park”, que desfilan a la velocidad del agua, un máximo de 15 km/h, por momentos remansos. En promedio 10 km/h. Desde el agua se contempla la transición del ecosistema de estepa a la cordillera. El río se encajona antes de la frontera, luego es manso y amigable. Al ingresar en Chile, la frondosa selva valdiviana abraza al paisaje. Montañas, volcanes y cascadas acompañan hasta llegar al Océano Pacífico. El avance de la balsa permite lograr buenos avistajes de fauna. Discretamente un pudú bajó a tomar agua. Más tarde un grupo de tres cóndores planearon jugando con las térmicas. ¿Pumas? Sí, los hay, pero no se dejan ver. Su cercanía la anuncian sus pisadas, bien características de almohadillas circulares. 

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Nos bajamos de la balsa triunfantes, cruzamos Los Andes y llenamos los pulmones de aire de mar. Estamos frente al Pacífico. Volvemos a Corcovado en vehículo, ya planeando la próxima bajada que será, sin duda, del lago Argentino al Atlántico en kayak. Es un hecho, Loli, con sus años de guiar en el agua nos contagió su pasión por descubrir nuestro paisaje desde el agua. 

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Laura Gall

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