Después de 9 años de espera, la ciudad de Viena (Austria), fue el escenario de una nueva edición de la Red Bull Flugtag, una desopilante prueba donde se busca a la mejor “máquina voladora”. El encanto del evento radica en que los participantes compiten con máquinas fabricadas de forma casera, que muy a las claras no tienen ninguna posibilidad de levantar vuelo por sí solas.
El pasado 26 de septiembre 40 equipos se hicieron presente en Viena. Los pilotos saltaron de una rampa de 6 metros con sus creaciones para tratar de “volar” el mayor tiempo posible y después aterrizar de emergencia en las aguas del Nuevo Danubio.
Obviamente los espectadores no se perdieron de tan peculiar evento, y celebraron la osadía de cada equipo por levantar vuelo con sus desopilantes creaciones. En las semanas previas al Red Bull Flugtag, hubo mucha actividad en hangares, talleres y garajes, donde los equipos retocaban, atornillaban, martillaban y cortaban para dar forma a máquinas increíblemente originales.
Cada tripulación, formada por un piloto y tres tripulantes, tuvo 30 segundos para presentarse a sí mismos y a su aeronave de la manera más espectacular posible antes de su actuación alada, con el fin de asegurar los puntos de los miembros del jurado. Además del tamaño y el arte de la aeronave, la votación del jurado también estaba sujeta al rendimiento general.
“Esta fue mi primera vez en el Red Bull Flugtag y fue muy divertido. Fue realmente impresionante lo ingeniosas que fueron las construcciones de los equipos. Y muchos de los equipos trajeron consigo sus propios clubes de fans, como el Freiwillige Feuerwehr Weissenbach. Había tanta gente, que valió un punto extra para mí”, afirmó Dominic Thiem, estrella de tenis y miembro del jurado.
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