A la mayoría de nosotros las leyendas de los robos de bancos y los atracadores nos remontan a los días del oeste americano. Uno de los primeros —si no el primero— de los atracos a bancos fue cometido en 1831 por un tal Edward Smith por una suma de más de doscientos mil dólares, marcando el rumbo de muchos otros forajidos que continuaron robando.
Se dice que los James y los Youngers pueden haber comenzado la tendencia del robo de bancos, pero el hombre que dio los toques finales a la forma de arte (si es que un acto criminal puede llamarse así) fue John Dillinger.
John Herbert Dillinger nació el 22 de junio de 1903 en Indianápolis, Indiana, donde creció con un resentimiento crónico por la autoridad y una clara falta de interés en trabajar para llevar una vida honesta.
50 años hablando de armas
Durante un período en la prisión estatal de Indiana, Dillinger se asoció con varios delincuentes profesionales. Por ese entonces, como lo es ahora, las cárceles tienden a ser las mejores escuelas para quienes se inclinan a vivir una vida criminal, y Dillinger no fue la excepción. Incluso antes de su liberación, John Dillinger se asoció con un grupo de ladrones de bancos, incluidos Harry Pierpont, Harry Copeland, Walter Dietrich y un joven llamado Lester Gillis (conocido como Baby Face Nelson).
A partir de 1933, Dillinger y sus nuevos asociados llevaron a cabo una serie de múltiples y meticulosos robos a bancos, destacándose entre ellos el Primer Banco Nacional del Este de Chicago, donde lograron hacerse de un botín de casi un millón de dólares.
Siempre planeaba meticulosamente los atracos, incluso a menudo tenían un estilo teatral. Fue durante este período que comenzaron a circular historias en los periódicos de interesantes rarezas e incluso incidentes humorísticos que ocurrieron durante los robos bancarios, todo lo cual realzó la reputación de los ladrones, llegando a titular a Dellinger como un héroe popular, apodándolo el Robin Hood del Oeste.
Durante aquellos años, la banda de Dillinger asaltó docenas de bancos utilizando una amplia variedad de armas. Se sabe que muchos de ellos todavía llevaban el antiguo Colt Single Action Army; pero en su mayor parte, Dillinger y su banda prefirieron usar las pistolas semiautomáticas que comenzaban a ganar popularidad. El modelo Colt Government o M1911 en .45 ACP era el arma que más les gustaba. Sin embargo, el arma que realmente marco la diferencia, fue la metralleta Thompson. Inventado por John T. Thompson en 1919, que rápidamente se hizo popular entre los militares, las fuerzas del orden civil y los ladrones de bancos.
Sin embargo, el 30 de junio de 1934 su accionar le jugó una mala pasada cuando acabó con la vida de un agente de la ley que trataba de capturarlo. Aquel crimen permitió que lo capturaran y que, tras ser condenado a sentencia de muerte, fuese enviado a la cárcel de Crown Point. Una vez más Dillinger fue encarcelado, pero volvió a escapar utilizando un arma de madera que él talló para intimidar a los guardias de la prisión.
Pero la libertad le duro muy poco al Enemigo Público Número 1 de Estados Unidos, ya que la noche del 22 de julio de 1934, fue delatado por una amiga de su novia cuando salía del cine. Tres agentes del FBI lo acribillaron y una de las balas le atravesó un ojo, por lo que murió en el acto. Finalmente, con solo 31 años, el "rey de los ladrones de bancos" estaba muerto y el mito heroico se consolidó de inmediato, pero eso es otra historia.
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