Una cisterna encontrada por casualidad revela la historia colonial de Buenos Aires

Uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos de los últimos tiempos en Latinoamérica ofrece una mirada al pasado porteño desde lo hallado en una cisterna de agua que, se cree, es tan antigua como Buenos Aires. El Sitio Arqueológico La Cisterna, en Moreno 550 en el casco histórico, permite comprender la complejidad urbana y la riqueza histórica de la ciudad a través de cuatro siglos. El descubrimiento de esta estructura dio lugar a 21 excavaciones arqueológicas que motivaron la creación de un nuevo espacio expositivo por parte de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura en 2023. Y la cisterna de 8 metros de diámetro es la pieza fundamental ya que, por sus dimensiones es una de las más grandes de la región.

En 2018 se estaba trabajando en los cimientos de un estacionamientos y un edificio de departamentos de cara a la calle Moreno cuando comenzaron a descubrir restos arqueológicos. Así ingresaron al lugar 20 arqueólogos de la Universidad de La Plata, comandados por Ana Igareta, para enfrentar el desafío de excavar y sacar lo más que puedan durante apenas ocho meses, con permiso de la empresa constructora del edificio. "Al comienzo sólo vieron los arcos de la cisterna y fueron llegando las sorpresas cuando empezó a aparecer en la tierra platos, loza, huesos y un montón de de material, que es lo que se exhibe actualmente -explica la guía Karina Balice-. Eso decidió a los constructores a armar un anillo del museo de sitio, para que se pudiera ver la cisterna y desempolvar la historia del barrio más antiguo de Buenos Aires. El solar perteneció a Felipe Arguibel, que fue abuelo de María Josefa y Encarnación Ezcurra. Luego de su matrimonio con Juan Manuel de Rosas, se instalaron a vivir en este solar y vivieron los años gloriosos de este lugar. Rosas era la persona más rica de de la ciudad, a punto tal que le compró el terreno a los suegros y los linderos en 1836, convirtiendo el predio en una casa suburbana con dos miradores. Con el paso el tiempo fue la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (1850)". Estos datos se fueron confirmando al desempolvar la cisterna: se encontró el monograma de Rosas y un plato que dice: "Viva la Santa Federación". Incluso en el solar había túneles que quedaron tapados entre la capas de sucesivas construcciones. A partir de la fiebre amarilla que asoló a la ciudad de Buenos Aires en 1871 se cerraron las cisternas como fuente de propagación, los habitantes del centro se fueron a la periferia y estas casas grandes fueron ocupadas por la inmigración, convirtiéndose en de renta o conventillos. 

Con el tiempo allí hubo un comercio de Rigolleau que cerró en 1972. Hoy funciona en el patio central de la torre de departamentos un museo de sitio que abre de manera gratuita miércoles, jueves y viernes de 12 a 18. El recorrido museológico de este sitio propone un acercamiento a las sucesivas ocupaciones funcionales del lugar. Del conjunto de elementos recuperados se expone una selección de los más de 15.000 restos arqueológicos y paleontológicos, entre vajilla, frascos, juguetes y restos de alimentos. A la muestra permanente acompañan dos temporales. En estos primeros meses, rinde homenaje al Dr. Mario Jorge Silveira, pionero de la arqueología urbana y zooarqueología, y de larga trayectoria pública en la cultura y la educación. La segunda exhibición temporal visibiliza el ambiente y la fauna que habitó la ciudad hace 10.000 años. En la exhibición de los objetos encontrados hay desde pipas a cucharas y apartadores, así como bacinillas que hacen juego con la porcelana diaria y tinteros de Gres entre muchas otras cosas.

"En la cisterna van a ver dos muros -agrega Isabel-. Es una verdadera cápsula del tiempo y también trae a discusión porque para Mario Silveira esos muros dividían la capacidad de la cisterna, no todo el tiempo eran 200 ml de agua y dice que esos muros surgen cuando la cisternas ya no tenían uso y eran las zapatas de fundación de las casas de renta que se habían levantado encima. En verdad los ladrillos son más chicos, así que netamente son de dos épocas distintas. 

Pero además hay otras visitas que se hacen de la mano de la Comisión Manzana de las Luces, repasando todo el contenido histórico del edificio de la mano de Karina Balice (gratuita) que se complementa con subir por ascensor al mirador de la torre de edificios, en el piso 15, para tener una visión de 360 ° del barrio y que tiene un costo de $ 2.500: el Palacio Raggio que fue correo, la antigua Escuela Modelo Catedral al Sur, el Nacional Buenos Aires y la anexa Manzana de las Luces, y las dos torres del edificio Otto Wolf, cuyos puntales fueron creados para el Emperador Maximiliano y Sisí (a este puntal le falta un estandarte con le rostro de la célebre emperatriz). "Fue un edificio con una fachada parlante porque es el primer edificio estilo Jugendstil, que es la versión alemana del Art Decó y fue la sede del Consulado del Imperio Astro Húngaro. También se pueden admirar la Iglesia Anglicana, la de San Francisco en las calles Alsina y Defensa, Museum, el Pasaje Barolo, la Galería Güemes",  la Legislatura porteña, las torres Bencich y cada una acompañada´por su apasionante historia.