Desde el 5 de marzo, los rosarinos Joaquín y Paula están en Europa oriental para cumplir su sueño de unir Austria y Turquía en una casa rodante. En medio de la concreción del proyecto, fueron sorprendidos por el cierre de fronteras, que los terminó empujando a instalarse en un parque nacional húngaro. Hoy están en Budapest a la espera de poder volar de regreso si el gobierno argentino habilita el vuelto que los traiga a casa.
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El 6 de marzo llegaron a Viena y comenzaron el itinerario planificado al detalle: recorrieron los caminos de montaña de Austria, conocieron los hermosos paisajes de Eslovenia y sus únicas preocupaciones eran encontrar un río para parar con el motohome junto a él con la intención de aprovisionarse de agua. Conectados con el resto del mundo, se fueron enterando de la situación en Italia y España, y de pronto el coronavirus pasó a ser un problema real. La zona Schengen comenzó a tener controles de frontera (los países de la Comunidad Europea tienen límites blandos).
Sobre el periplo a partir de ahí, la pareja le contó al portal Rosario3: “Intentamos seguir el rumbo original, que nos obligaba a cruzar Croacia, pasamos por la aduana eslovena sin inconvenientes y cuando llegamos a la de Croacia nos explicaron que nos iban a llevar a un sitio estatal para pasar una cuarentena de 14 días. Logramos volver a Eslovenia y, desde allí, rearmamos nuestros planes. Así buscamos un paso poco transitado de ingreso a Hungría, llegamos a la noche pero nos detuvieron y luego de unos angustiantes minutos en que vimos a los oficiales discutir, nos dejaron ingresar”.
Así los días siguientes los encontró recorriendo los campos de la llanura húngara con rumbo a Rumania con la sensación de que se les complicaría tomar el vuelo de regreso en Estambul. Pasaron por pueblos desolados, estacionaron el motorhome junto a los cementerios para pasar la noche y decidieron visitar el parque nacional Hortobagy, que incluye un poblado de 100 personas en el que se cumplían las ya habituales normas de distanciamiento que se extendió en todo el mundo. También estuvieron el otro parque, el Bukk, cercano a la frontera con Eslovaquia con la ciudad Lillafured como vecina. Allí recibieron la hospitalidad del encargado de un parque de entretenimiento vecino, que les dio la clave del wifi y de a poco los locales se fueron familiarizando con ellos.
Si bien los vuelos están cancelados y los países cerrados, se mantienen en contacto con la embajada argentina en Hungría pero sin novedades de regreso al momento. Mientras tanto, a la zona va llegando la primavera y Joaquín y Paula ven zorros, faisanes y aves de todo tipo mientras añoran volver a casa.
Fuente: https://www.rosario3.com/
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