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TURISMO | 21-06-2018 15:00

Por el Canal de Caledonia al mítico lago Ness

Inverness, una de las joyas escocesas, cada vez llega más turismo seducidos por el éxito de la serie Outlander.
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Hay té, galletas y un chaleco salvavidas. Sin embargo, es muy dudoso que estas cosas puedan salvarte la vida si te encuentras con el monstruo al atravesar el lago Ness.

Lo que sí es innegable es que el chaleco impide que uno se ahogue. Conviene llevarlo siempre puesto mientras se mueva el barco, recomienda el instructor. Y uno mismo mueve el barco, ya que en Escocia está permitido alquilar y conducir botes con motor sin título de patrón.

Después de un breve curso de introducción en la oficina de la base de

alquiler en Inverness, que incluye instrucciones de seguridad,

subimos a bordo las provisiones: tostadas, leche, mantequilla, agua y

otras cosas para cuatro días. Soltamos las amarras y, a través del Canal de Caledonia, nos dirigimos al primer lago. El barco mide 10,4 por 3,8 m. El motor Nanni Diésel tiene una potencia de 80 caballos de fuerza.

El Canal de Caledonia se extiende entre Inverness y Fort William y

atraviesa las Tierras Altas de Escocia comunicando el mar del Norte

con la costa atlántica. Su construcción duró 19 años y terminó en

1822. Actualmente es un monumento nacional protegido. La región por

donde pasa la vía acuática se llama Great Glen (gran valle). Sólo un

tercio de su longitud (unos 100 km) es artificial; el resto

está formado por lagos naturales.

Ya al llegar al primer puente giratorio, el Tomnahurich Swing Bridge,

hay un defecto: no gira y tampoco se cierra. Los coches a

ambos lados del canal dan la vuelta. No hay trayecto alternativo así que hoy será imposible alcanzar la primera esclusa, en Dochgarroch.

A la mañana siguiente, el imponente puente sí obedece girando.

Después de pasar por Dochgarroch y el pequeño lago Dochfour, la vista

panorámica es amplia. Adelante de nosotros se abre el lago Ness, mucho

más grande de lo que pensábamos. Imponente, fenomenal, místico. Olas

oscuras en medio de una paisaje montañoso. Su profundidad máxima es de unos 230 metros.

En la cubierta se puede experimentar en toda su dimensión la belleza

de este famoso lago. Gaviotas acompañan al barco, el sol brilla y

huele a verde. En la orilla se encuentra el Urquhart Castle, la ruina

de uno de los castillos más antiguos de Escocia, como si alguien lo

hubiese colocado allí para deleite de los turistas.

Con unos 37 km de extensión y 1,5 de ancho, el lago Ness es el segundo más grande de Escocia. Sin embargo, debido a su profundidad, alberga el mayor volumen de agua entre todos los lagos escoceses. Seguimos viaje a Fort Augustus, en el

extremo sur del lago.

Al día siguiente le espera al barco una escalera de esclusas: cinco

escalones, cinco esclusas y seis compuertas de esclusa, una

directamente detrás de otra. Es una hora de trabajo pesado.

Al barco hay que subirlo con cuerdas de una cámara de la esclusa a

otra. Este trabajo no lo hace el simpático vigilante. Lo tiene que hacer el capitán con sus tripulantes.

Poco después sigue la siguiente esclusa, Kytra Lock, donde un par de

casitas con puertas multicolores representan de forma pintoresca el

idilio escocés. Después de otra esclusa y un puente giratorio

entramos en el idílico lago Oich, el punto más alto del trayecto,

situado a unos 35 msnm. Aquí el agua corre desde dos lados hacia el mar. Es hora de volver.

En el viaje de regreso, la vigilante de una esclusa nos da una

estrellita como premio por llevar puestos nuestros chalecos

salvavidas. Después de haber navegado casi 100 km, la

despedida del barco es un momento melancólico. “La noche lleva a

todos de regreso a casa”, reza un refrán escocés. ¿Y si uno no quiere

regresar?

Información: VisitScotland, Ocean Point One, 94 Ocean Drive,

Edimburgo EH6 6JH (email: [email protected],

www.visitscotland.com).

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Andy Meek

Andy Meek

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