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TURISMO | 30-03-2017 09:30

Mendoza con rumbo sudoeste

Una recorrida por Malargüe, Las Leñas y Valle Hermoso: destinos ideales para disfrutar en esta época del año.
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La ruta nacional 40 se convierte en la arteria principal de esta ciudad dedicada a la cría de chivitos, siembra de papa y ajo, y a la intensa actividad turística durante todo el año. En invierno, esquí en los centros linderos, y en el resto de las épocas donde el clima deshiela las pistas, aparece el turismo tradicional y de aventura con un abanico de posibilidades para agendar.

Malargüe se ubica en el suroeste mendocino, y su nombre proviene del mapuche “malal-hue”, que significa lugar de bardas rocosas o de corrales naturales, debido a formaciones montañosas donde los aborígenes llevaban su ganado.

Entramos por la avenida San Martín para hacer nuestra primera parada en la dirección de Turismo situada en una vistosa construcción de madera rodeada por un añejo bosque al que los lugareños llaman el “Parque del Ayer”, repleto de pinos, tujas, cedros, cipreses y el curioso “Arbol de la Meditación”, ejemplar majestuoso que transmite toda la sabiduría de la naturaleza. Vecino al predio, el Museo Regional afincado en el casco de una de las estancias más antiguas de la zona, junto a un añejo molino harinero: el Rufino Ortega del año 1876, que simboliza a aquellos primitivos cultivos zonales.

Frente a estos sitios, el llamativo Observatorio Pierre Auger sugiere una interesante visita. Sentados en el suelo y rodeados de aparatos que provocaban la sensación de estar en alguna nave espacial o en otra galaxia, una guía y un didáctico video sirvieron para entender el fenómeno cósmico. Estos rayos son partículas que llegan desde el espacio y bombardean constantemente a la Tierra desde todas direcciones. Y en combinación con este sitio, la visita al cercano planetario.

Avanzamos siempre por el boulevard hasta dar con la zona céntrica. La plaza homónima simula al volcán Payún Matru (uno de los principales conos eruptivos de la región) con su “cráter” en el que vierte una cascada de agua, y extiende una gran depresión utilizada como anfiteatro. Frente a la plaza está la capilla Del Rosario cuya data es de 1887, pero hoy luce moderna y remodelada. En ambos laterales de la avenida se suceden restaurantes, hoteles, venta de regionales, pubs, confiterías e intenso movimiento de turistas nacionales y extranjeros. Al fondo se levanta la Torre del Cincuentenario con su reloj de cuatro caras.

Malargüe se encuentra a 1.400 msnm, es la ciudad más importante del sur provincial, tiene su tradicional Fiesta Nacional del Chivo y del Cordero en cada enero, y es el punto de partida hacia circuitos cercanos, entre ellos, el de los valles de Las Leñas y Hermoso en plena cordillera de los Andes.

Bien temprano salimos de Malargüe por la 40 hacia el norte; y a poco de andar, tomamos a la izquierda por RN 222, paralela al río Salado. Llegamos a la laguna de la Niña Encantada, que desde la ruta no se divisa, pero está ahí nomás, tras una breve caminata. Dejamos el auto, cruzamos El Elcha (puente colgante peatonal sobre el río), rodeamos una pequeña serranía y a la vuelta, allí está… espejo de aguas cristalinas cobijado por las laderas volcánicas. Esta increíble laguna azulina se alimenta de aguas de ríos subterráneos, donde además, el reflejo de las formaciones pétreas en el cauce regalan figuras misteriosas que alimentaron numerosos mitos y leyendas.

Sólo un par de kilómetros más allá, también al costado de la ruta, se encuentra el complejo hotelero y termal de Los Molles, con piletas sulfurosas y ferrosas, y área de fangos curativos.

Hacia arriba

Seguimos subiendo, y a poca distancia encontramos otro sitio de interés: el Pozo de las Animas, curiosa formación geológica con lagunas de agua color turquesa. Son dos depresiones circulares, divididas entre sí por una delgada línea, conocidas como dolinas. Estos accidentes geográficos se forman por la erosión de los ríos subterráneos que succionan y tragan la tierra a medida que pasan los años. El primer pozo tiene un diámetro de 200 metros y una profundidad hasta el agua de 80. Desde allí hay más de 20 metros hasta el fondo de este impresionante cono. El segundo es de menores dimensiones. Lleva este nombre porque el viento “silba” de una manera particular al atravesar las formaciones, y las creencias lugareñas cuentan que las almas en pena que rondan las montañas, a menudo van a llorar al lugar.

En ruta nuevamente, apenas 12 kilómetros hasta Las Leñas, el centro internacional de esquí más grande de Sudamérica. Posee 27 pistas para todos los niveles, 13 medios de elevación, restaurantes, bares, paradores y distintos atractivos para pasarla muy bien. Pero fuera de la temporada invernal, hay medios de ascenso habilitados para ir hasta donde la nieve se eterniza y poder disfrutar de caminatas, deslizarse en patinetas o tomar algo en la confitería mirador.

Finalmente, subiendo unos 16 kilómetros y entre imponentes paisajes cordilleranos, llegamos a Valle Hermoso, espléndida región surcada por las aguas transparentes de los ríos Cobre y Tordillo; y la apacible Laguna del Valle de variadas tonalidades azules. Hay un mini-restaurante, playitas, termas, embarcaderos y buenos sitios para pescar truchas y salmones. Desde Las Leñas se hacen también cabalgatas hasta este lugar, siendo otra opción para vivir esta maravillosa zona mendocina.

Nota completa publicada en revista Weekend nº 534, marzo 2017.

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Marcelo Ruggieri

Marcelo Ruggieri

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