Thursday 25 de April de 2024
SITIOS EXTERNOS | 05-09-2014 11:47

La Paz: el calor lo puso el dorado

Las aguas bajan lentamente y la carnada que sale de los campos se mueve por la costa. En una jornada de muy bajas temperaturas, con morena y en baitcast probamos con éxito, tanto anclados como a la deriva.
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Uno, dos, tres… No sólo estoy empezando a contar una nueva historia sino también a medir los grados de temperatura de la helada madrugada. Había viajado muy bien en un servicio de ómnibus con cena fría y caliente, azafata y hasta vino y whisky, pero cuando a las cuatro llegué a la rotonda de La Paz, los campos blanqueaban. Por esta razón, lo que iba a ser una siestita en las cómodas habitaciones de Posta Surubí se transformó en un arropado sueño hasta las 9. Entre el rico desayuno y una hora de navegación, no comenzazamos a pescar hasta casi las 11. ¡Y todavía hacía mucho frío!

Los guías Esteban Delgado, Roque Gaitán y Juan Pieruzzini me acompañaban en la cómoda trucker de la posada. El día se presentaba despejado y sin viento, ideal para recorrer el Paraná aguas arriba, bordeando el flanco occidental de la isla Curuzú Chalí. Con este nombre guaraní se conoce un conjunto de ínsulas, que parecen una sola si se toma en cuenta que están abrazadas por el gran río y el Espinillo, un riacho ancho pero menos profundo, que nace y muere en el extremo norte y sur, respectivamente, de este

óvalo de 15.000 hectáreas de esteros, charcos, arroyos y todo tipo de accidentes, donde viven especies forrajeras y sus predadores.

El río estaba alto (5,53 m), pero bajando lentamente, movimiento que había sido característico de los días anteriores. En nuestra jornada de pesca descendió 3 centímetros. Esto favorecía la salida de agua de las islas y, con ella, pequeños peces que comenzaban a trepar por las orillas buscando temperaturas más altas (el ecosonda de la lancha marcaba 17 grados). Nadan en grupos compactos y, cuando encuentran alguna dificultad en la costa (como la presencia de obstáculos que aceleran la correntada), se abren hacia el centro del río, donde los aguardan los dorados listos para atacar. Por esta razón, los baquianos buscaron dos tipos de estructuras para intentar: veriles a la salida de lagunas y costas donde el agua de los campos se escurría.

Artificiales y carnada 

La prueba la realizamos en dos modalidades: baitcast y carnada viva. Para esta última, anclamos aguas arriba de los veriles de la salida de la laguna de Zanabria. Con línea con anzuelo de pata larga 8/0, cable de acero y pequeño plomo corredizo esférico de 20 o 30 gramos lanzábamos hacia el centro del Paraná. Cuando se siente que el conjunto golpea el lecho, se levanta la punta de la caña y se suelta nailon del reel rotativo para que, por el peso y la correntada, la carnada descienda y vuelva a tocar fondo. Se tarda algunos minutos en acostumbrarse a esta técnica, pero es fundamental para que la morena viva no se quede en el tramo más cercano de la barranca hundida ni flamee, ya que los dorados estaban picando bien hondo y lejos (a veces hubo que soltar como 100 metros).

Nota publicada en la edición 504 de Weekend, septiembre de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al tel.: (011) 4341-7820 / 0810-333-6720. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

05 de septiembre de 2014

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Néstor Saavedra

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