Thursday 12 de September de 2024
PESCA | 17-08-2024 10:00

Las primeras rubias salen en Atalaya

De embarcado en el partido de Magdalena pudimos dar con los primeros ejemplares a 5.000 metros de la costa. Técnicas y equipos para no fallar con este desafío que llega con los últimos fríos.
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En época con temperaturas muy bajas del agua, las especies migratorias se acercan a las costas del Río de la Plata: pejerreyes, bagres de mar y corvinas rubias. En esta ocasión decidimos ir a buscar estas últimas por la zona de Atalaya, cerca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No es tan frecuente capturarlas en pleno invierno, por lo que el desafío se presentaba interesante, más aún cuando nuestro amigo y guía de la zona, Javier –Pity– Sancho, nos había anticipado de la existencia de un gran volumen de ejemplares de buen tamaño ubicado 3.000 y 5.000 m de la orilla, lugar al que se arriman para su reproducción y también para desparasitarse en las piedras del fondo. Recordemos que esta especie navega desde el mar de agua salada y entra en la bahía de Samborombón para terminar en las aguas menos salobres de esta zona, y así poder también alimentarse del mejillón de piedra asiático durante unos cuatro meses. Finalizada esta etapa, migra hacia las aguas saladas de la zona del Partido de la Costa.

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Mejor momento para pescar las corvinas rubias

Junto a Manuel López Melograno y el guía llegamos al pesquero en un momento que se presentaba con marea baja, lo que no dejaba salir las embarcaciones. En esta zona se necesita tener un metro de calado como mínimo para poder navegar hasta la salida del canal. Finalmente, nos embarcamos a las 8, y media hora después ya estábamos en el lugar en el que el guía ancló la embarcación. Como los equipos los habíamos preparado para las corvinas de buen porte que ofrece Magdalena, bastaron cuatro horas para tener un cajón armado. 

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El mejor momento de embarcado se da durante la parada de agua, cuanto el río se encuentra estacionado. Justo en este instante la corvina se pone a comer el mejillón asiático (mide hasta 3 cm) de esta zona, traído por los barcos de Oriente hace muchos años. El dato a tener en cuenta es que este alimento se pegó a los malecones, como ocurre en la localidad de Berisso, y del cual se alimenta también la boga.

Piques instantáneos de corvinas

Tres cañas fueron más que suficientes y en una de ellas no tardó en llegar la primera rubia de la temporada. El encarne: camarón en cada uno de los anzuelos, es el fundamental ya que los lances son cortos y no hace falta atarlos con hilos de goma (el camarón fresco se encarna enhebrando desde la cabeza a la cola). Las cañas, apenas caen los aparejos al agua y tocan el fondo de piedra, empiezan con un frenesí de piques. En pocos minutos todas tenían piques constantes con ejemplares que iban desde los 800 g hasta el kilo y medio, tamaño promedio de la especie que llega a esta zona.
Otro dato a tener en cuenta es la plomada, que varía desde los 40 g y hasta los 70 g, según la correntada. Lo ideal es que no derive por la corriente y que nos permita pescar casi debajo de la embarcación. En cuanto a las cañas, rígidas de 2,10 a 2,40 m como máximo, y de 15 a 30 libras (1 lb = 0,453 kg). Los reeles pueden ser de bajo perfil o frontales del tamaño 3.000 a 3.500, a gusto del pescador, también se pueden usar rotativos del tamaño 5.000. Por último, el sedal: nosotros utilizamos multifilamentos gruesos, de 0,25 mm de diámetro y 30 libras de resistencia. Lo ideal es usar nylon para que la piedra no lo corte, específicamente de 0,40 mm. La pesca de la corvina es de esperar. El pique se presenta con cabezazos en la puntera de la caña y con clavadas no bruscas, a posterior recogemos e izamos con un copo, ya que la especie tiene unas púas en el lomo y en los costados que pueden ocasionarnos algún accidente. 

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Bastaron solamente 5 horas de pesca. Cuando el viento empezó a incrementarse del cuadrante sur y las temperaturas eran inferiores a 5 grados, emprendimos la vuelta. Para ese momento ya teníamos un cajón de buenos portes en nuestro haber, al que se le sumaron algunas sorpresas que sobrepasan el kilo y medio de peso. Al mediodía estábamos en el embarcadero. El dato para destacar es que el tamaño de las piezas mejoró cuando encarnamos con langostino fresco de mayor tamaño. También es conveniente llevar magrú fresco, ya que en oportunidades anteriores nos había dado muy buenos resultados. Resta decir que casi no nos movimos del lugar en todo el día, ya que cada 5 minutos o menos teníamos un pique en cada caña. Sin duda, el sector que Javier tenía marcado en su GPS resultó un punto infalible.

Conclusiones

La pesca de la corvina es calificada en cantidad y tamaño, y resulta ideal para iniciar a las personas que quieren incursionar con esta especie, siempre siguiendo los consejos del guía local, ya que no es fácil de ubicar esta variedad migratoria. El guía suele tener los puntos marcados en un navegador satelital, como así también sabe buscar el día más propicio por los vientos, ya que se pesca anclado y no al garete como el pejerrey, por lo que la brisa no debe superar los 15 km/h. Es fundamental llevar anzuelos con mucho filo, porque los piques son constantes. Y otra recomendación a tener en cuenta es devolver los ejemplares menores al kilo de peso (que en esta ocasión fueron varios), a fin de que se puedan reproducir. 

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Atalaya es un magnífico lugar con múltiples servicios, entre ellos el camping municipal que cuenta con muelle, espacio para dejar los vehículos, fogones y asientos de material para poder descansar a la sombra después de una jornada de pesca. Por último, el plus extra es que Javier dispone de cinco especies para pescar todo el año en diferentes temporadas: patí, pejerrey, bagre de mar, corvina rubia y dorados. 

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Gustavo Frontoni

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