Friday 19 de April de 2024
PESCA | 12-02-2019 04:53

La laguna Yalca volvió a sorprendernos con sus tarariras

Relevamos este espejo cercano a Chascomús que regresó al circuito con muy buenas taruchas. Claves para no fallar.
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En la búsqueda de lugares nuevos y especies de temporada, nos comunicamos con nuestros proveedores de mojarras del partido de Chascomús: Roberto Lynch y su hijo Tomás, quienes nos dieron la primicia de que abrirían muy pronto las puertas de la estancia Yalca, y no dudamos en realizar un viaje fugaz hasta allí para pescar tarariras. Con la intención de probar diferentes modalidades en este ámbito, concurrimos con Alberto Frontoni, Mariano y Arturo Pérez; Carlos Orsini y su hijo Martín. El espejo posee una superficie de 400 hectáreas, con costas rodeadas de islotes, espinillos y tajamares que se encierran en el campo, poca vegetación emergente a flote y fondo firme para poder vadear sin problemas.

Roberto y Tomás nos dijeron que ya habían estado una semana atrás en este espejo, y que habían realizado una muy buena pesca, con ejemplares que rondaron el kilo de peso y sorpresas de hasta tres kilos, pescando con dientudo vivo predominantemente, alimento propicio para la Hopliass malabaricus.

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Todos nos encontramos en el puesto del Km 113 de la Autovía 2 y, desde ahí, nos dirigimos hasta Chascomús, donde el concesionario de la laguna Yalca, Petiche Bonadeo, nos esperaba en su carnicería para darnos el mapa para llegar al ámbito de pesca: se accede desde la estación de servicio YPF de Chascomús, por la Autovía 2, con el parador ACA como punto de referencia. Desde allí sale la ruta Nº 20, camino a la localidad de Escribano, por la que hay que hacer unos dos kilómetros de asfalto. Luego se corta y hay que seguir tres kilómetros más de tierra para, en la primera salida de calle a la derecha, doblar otros tres kilómetros más. A mano izquierda, el camino nos deja en la estancia La Mailu. Hay que tomar como referencia una casa abandonada que está enfrente. Es fundamental llamar a Maximiliano Bonadeo, encargado del campo y la laguna, para que nos espere en la entrada y también para que informe del estado del camino, especialmente si llovió en los días previos, ya que hay unos cuatro kilómetros de tierra.

Una vez situados en la laguna, nos separamos en tres grupos de dos cañas para probar las diferentes modalidades. Alberto y yo pusimos boyas plop con bajadas de brazoladas que iban desde los 70 cm hasta 1,50 m de profundidad, encarnando con dientudos vivos de siete centímetros de longitud. Mientras tanto, Martín y Carlos se calzaron sus wader e internaron en la laguna para probar las profundidades serpenteando los juncos que rodean a las costas, probando con ranas y señuelos que raspen el fondo. Por su parte, Arturo y Mariano pescaron de fondo, como les había dicho Maximiliano, insistiendo que él obtenía muy buenos resultado así.

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Cabe destacar que nos tocó un día muy ventoso y con luna llena. Ya se sabe que el pronóstico es el único factor que no podemos manejar. Sin embargo, la primera tararira no se hizo esperar: Alberto acusó un hermoso ejemplar que rondaba el kilo, muy robusto y sano. Por su parte, Arturo, con la modalidad de fondo, tuvo su resultado con otro pescado cerca de la costa, que pesó unos 1,300 kg. Ya siendo el mediodía, y con la temperatura superando los 30 grados, decidimos hacer un alto para realizar un asado e hidratarnos, con la intención de continuar por la tarde cuando empezara a bajar el sol.

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En busca de más lugares

Los tres grupos caminamos por los bajos de la laguna, buscando alternativas con diferentes artificiales y tentando a las tarariras con sabalitos y filet de carpa coloreada, para ver qué resultados obteníamos. La primera de la tarde llegó de la mano de Martín, gran conocedor de artificiales, que pudo clavar con un señuelo rígido llamado Crank. El ejemplar superó holgadamente el kilo y medio de peso. Gustavo tuvo varias corridas que no pudo concretar debido a que, con la boya plop, si no se deja llevar la carnada, la tararira tiene su revancha y escapa para los fondos de juncos, donde se desengancha.

Es necesario saber que en esta época la tararira está en su segundo desove y a la espera en su nido, así que no tiene la actividad de caza por estar protegiendo a sus crías. Pero ataca todo lo que pase cerca del nido para protegerlas. Es posible que hayamos perdido muchos ejemplares por esto. Y aconsejamos devolver las piezas en el mismo lugar en que fueron obtenidas para no romper la cadena de reproducción de la especie.

Para las 18, sabiendo que a última hora y con la temperatura templada del agua la pesca se da mejor, hicimos los tiros de caña finales en la zona que se encuentra cerca de un monte rodeado de espinillo. Ahí se forma una lengua de laguna de unos 200 m de costa, espacio ideal para los intentos postreros, que resultaron buenos porque clavamos tres ejemplares más que no superaron el kilo y medio.

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En conclusión, la laguna Yalca es un ámbito a sólo 130 km de la Capital Federal que tiene lo necesario para pasar una jornada magnífica. Atención que sólo se permite la pesca de costa y deportiva; está prohibido el ingreso de kayaks y de embarcaciones de todo tipo sin excepciones. Vale la pena un ámbito apenas explorado.


Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)

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Gustavo Frontoni

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