Alguna vez un experimentado pescador me preguntó qué pez podía capturar cerca de cualquier ciudad, grande o chica, en cualquier curso de agua, en distintas modalidades y de grandes portes. Él, ya sabía la respuesta, pescaba carpas con mosca desde hace años y nos enseñaba a todos los secretos de esa especie. De mi parte, no debí pensar mucho para responder esa pregunta de Leonardo Nalda, un vendedor de una importadora calificada del rubro y que no se perdía ningún charco en su recorrida para probar con la totalidad de especies que existen en un arroyo, río, canal o laguna. Desde chanchitas a mojarras, de tarariras a pejerreyes, cualquiera de estos peces estaba al alcance de todos, pero ninguno con los portes y las cantidades de las carpas. Tras aquel día, mi concepto hacía las carpas varió y valoré la importancia de ese pez que tantas veces es objeto de críticas.
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Con el tiempo encontré a otro de los tantos fanáticos de esta especie, Nicolás Barros, referente de la pesca de carpas en la capital neuquina y director de Carpeando Neuquén. Él, pesca y hace vivir está experiencia a otros mosqueros, ata muy buenas moscas que no sólo son lindas, también pescan y organiza eventos que han sido un éxito. Nicolás es otro de los ejemplos que me lleva a pensar en los peces grandes al alcance de todos, ya que obtiene carpas a orillas de una gran ciudad y en un río como el Limay.
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Su última salida fue este miércoles 27, en la mañana, muy temprano se acercó a orillas del río Limay buscando la actividad necesaria, para lanzar moscas a las carpas. En los últimos días, el calor estaba en aumento y el plan era pescarlas con secas, en la Isla 132, buscándolas debajo de uno de los tantos árboles que abrazan a este río en la capital Neuquina.
Por las carpas a orillas del río Limay
La lectura de Nicolás hacía entender que, con las elevadas temperaturas del día, las carpas se alimentarían sin ningún tipo de recaudo a principios de la jornada, intentando succionar todo lo que el agua le entregará en deriva, y también lo que cayera de los árboles, incluso en superficie.
Como aconsejan los que saben, no es ir y tirar la mosca. Leer el ambiente paga y eso hizo Barros durante 20 minutos junto a un árbol, esperando ver siluetas bajo el agua para evitar hacer lanzamientos innecesarios. La lectura previa estaba en lo correcto, y a solo metros de su posición estaban ellas, esperando y aprovechando todo lo que pase a su alrededor para alimentarse, antes que el sol caliente más el agua.
Nicolás, en tan solo 30 minutos, logró 3 capturas y volvió a cumplir con sus obligaciones del día. Media hora fue suficiente para disfrutar del río que regala a diario esta magnífica pesca e invita a volver por más, de manera adictiva, en una modalidad con mosca que, para la carpa, es un camino sin retorno.
La pesca de carpas está ganando consideración y adeptos en la Argentina. En Neuquén, son muchos que la disfrutan. Sin dudas, aquí como en otros sitios del país, cumplen al pie de la letra eso de grandes y cercanas a todos.
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