Thursday 25 de April de 2024
PESCA | 27-03-2021 10:00

Boya + señuelo: una novedosa combinación para lagunas

Chis Chis y La Segunda: dos pesqueros de la Autovía 2 nos permitieron hacer pescas a flote, en forma tradicional y combinando boyas con señuelos blandos.
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Hay algo mágico en ver hundirse una boyita. Nos remite la infancia, a ese momento único en el que ese indicador nos contactó por vez primera con ese otro mundo: el de abajo de la superficie. Un reino habitado por seres distintos. Ese flotador que se desplaza o se hunde nos da indicios de que algo está ocurriendo allí debajo. Y el recuerdo vívido de las alegrías infantiles me hace volver a las boyas siempre. En este caso con un clásico de estación: las tarariras. Y nos llevamos una sorpresa, porque a la clásica pesca de espera o con boyas plop, le sumamos un aprendizaje que no teníamos en la mochila. Me refiero a la pesca combinada de boya y señuelo. Y hablando de clásicos, el corredor de la Ruta 2 siempre guarda sorpresas para el pescador, aún en un verano donde la falta de agua (¿cuándo guardarán agua en tiempos de lluvia para que no falte en tiempos estivales?) marcó el pulso de la pesca y la vida en sus humedales. 

Cómo es el pesquero 

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La tararira suele retirarse de las orillas cuando hace demasiado calor, por lo que la pescamos durante la mayor parte de la jornada en la zona más profunda de cada espejo, con hondura de más de metro y medio. En esa convicción fuimos hasta el Km 144,200 a visitar un sitio que siempre guarda trofeos y es de fácil acceso: el embarcadero del pesquero La Amistad, en Chis Chis. Se trata de un canal artificial hecho para permitir la salida de los botes a la laguna, con una profundidad de unos dos metros. Allí, junto al amigo Lucas Dini y nuestro anfitrión Ramiro Rufrancos, realizamos los primeros intentos con boyas convencionales en formatos pera con rattlin (hay unas Doble T huecas que vienen con el sonajero dentro), plop y zanahorias. El aparejo podía ser de un anzuelo o dos (uno más cerca de la boya y otro abajo) y la carnada fue filet de carpa que proveen los buenos puestos ruteros de venta de carnadas, como El Biguá de Jorge López.
Sorprendieron los portes, con ejemplares de hasta 3,5 kilos pesados con balanza. Y ante esta oferta de ejemplares de gran calidad, también me sorprendió la ausencia de pescadores, tratándose de un ámbito tan cómodo y amable para prácticas de pescas familiares. Lo cierto es que nos dimos el gusto con más de 10 ejemplares que fueron del kilo en adelante, y que indefectiblemente atacaron las boyas en movimiento, obviando las quietas. Esto es bueno, porque obliga a cada pescador a atender su caña e imprimirle vida a su aparejo con pequeños toques esporádicos que gatillen el ataque de las tarus, al tiempo que hace inútil esa costumbre de otros aficionados que desparraman varias cañas (sin atender ninguna). El uso de un copo de mango largo o mediomundo es fundamental para izar las piezas.

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Satisfechos con los logros de Chis Chis, ahí nomás a la vera de la ruta, nos cruzamos mano a Buenos Aires y tomamos el segundo camino a La Segunda, espejo que también tiene entrada por el Km 128 (antiguo puente de los cigarrillos, que ya no está, camino de tierra por el cual llegamos al espejo tras hacer 18 km). Por el sendero del Km 144 el trayecto es un poco más corto y nos permitió llegar a las 17, hora acordada con el guía local Joaquín Balisa para explotar la última hora de la laguna. Pero… ¿podemos pescar con boyas en una laguna exclusiva para pescas con artificiales? La respuesta es “sí”, pero atendiendo a un novedoso método que desconocíamos y que Joaquín se encargó de mostrarnos. 

Un línea muy especial

El guía armó un aparejo convencional de flote, con boya esférica cargada con municiones (se le hace un agujerito, se la carga y se sella el orificio con epoxi) y, rematando el leader, un anzuelo offset al que le puso una rana de goma blanca. A priori, el método nos parecía novedoso y despertó curiosidad. Joaquín impulsó su lanchón entre la densa vegetación de este espejo, hasta un claro de aguas cristalinas y, mientras el resto de sus clientes hacía prácticas en flycast logrando ejemplares de un kilo, él movió tarariras grandes con su boya con señuelo, cobrando ejemplares que holgadamente pasaron los dos kilos. La técnica consistía en dar pequeños tirones, dos o tres seguidos, y esperar. Muchas veces los arrebatos se reproducían con la boya en movimiento y en otros durante la espera. Es que la acción de la boya arriba hacía de llamador y sin dudas la rana, abajo, trabajaba cobrando vida en cada tirón. Irresistible para las taruchas. 
Así las cosas, quedó demostrado que se pueden combinar boyas y señuelos para una pesca de tarariras, algo que en flycast ya se tenía probado haciendo extensiones de poppers a streamers para despertarlas arriba y hacerlas picar abajo. Siempre es un buen destino de toda salida de pesca volver con un aprendizaje nuevo. No dejen de retornar a las boyas siempre. Ellas saben cómo darnos alegrías y devolvernos la sonrisa de niño.

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Info:

Chis Chis: el parador La Amistad queda en el Km 144,200 de la Autovía 2. Cuenta con baños, proveeduría y alquiler de botes. Tel.: (02241) 444358.
La Segunda: se entra por el Km 127,500 mano a Buenos Aires por camino real o el Km 144 durante 12 km. Solo con artificiales. Devolución obligatoria. Guía: Joaquín Balisa, Cel.: +54 9 2241 58 8413.
Carnadas: El Biguá, de Jorge López, Km 71 de Autovía 2. Tel.: (02241) 15538099.

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Wilmar Merino

Wilmar Merino

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