Con un clima muy cambiante, y que todavía no se termina de arraigar, dimos paso a buscar los flechas de plata. En esta ocasión, nos trasladamos al Dique Los Molinos, en la provincia de Córdoba, un embalse artificial en el que pescaríamos a una profundidad aproximada de 40 metros.
Grandes emociones en Concordia
Desde Capital Federal, por Ruta Nacional 8 nos separan 719 km hasta nuestro destino, Villa General Belgrano. Desde allí haríamos el trasbordo y, tras recorrer 30 km, llegaríamos a la localidad de América, donde nos esperaba Freddy Sabattini, nuestro amigo y guía de la jornada. Instalados en el Club Alta Gracia, con su privilegiada ubicación a la vera de la Ruta Provincial N° 5, Freddy nos agasajó con un confortante desayuno para reponernos luego de haber viajado toda la noche, y nos comentó cómo iba a transcurrir la jornada de pesca.
Una cabaña flotante
La localidad Villa Ciudad de América se encuentra situada en el Area de Paravachasca, sobre la Ruta Provincial Nº 5, a 61 km de la capital cordobesa, en medio de un escarpado territorio ubicado en lo alto de lomas y sierras, hasta donde las aguas del enorme lago de Los Molinos no pueden acceder. Una gran parte de sus casas son de fin de semana, aunque la población ha crecido significativamente en los últimos años. Es una zona propicia para realizar actividades al aire libre como trekking, cabalgatas y ciclismo de montaña, además de deportes náuticos y pesca en el embalse del dique.
Partiendo desde el Club Alta Gracia, en la confortante y cómoda balsa equipada con todos los servicios, comenzamos la travesía con un día que amanecíó gris y lluvioso. Pero eso casi no nos importaba porque pescaríamos totalmente resguardados bajo techo: nos encontrábamos en una verdadera casa flotante.
Pique esporádico
Los equipos que utilizamos en la primera jornada fueron cañas cortas que no superan los 2,50 m, reeles cargados tanto con multifilamento del 0,18 mm y nylon de 0,35 mm, línea balancín con anzuelos N° 2 y 3 y, como carnada, mojarra viva provista por el lugar. Freddy Sabattini nos contó de los diferentes lugares en los que intentaríamos la pesca, como frente al quemadero, en el medio del Dique, en la isla, la barranca y la boca del río De los Espinillos.
Luego de haber navegado aproximadamente unos treinta minutos, nos preparamos para encarnar los aparejos y comenzar con los primeros lances. Nos encontrábamos a una profundidad de 28 m, pero decidimos hacer los primeros intentos entre los 10 y 18 m, que es en donde se venían dando los piques en los días anteriores. Esperamos unos veinte minutos hasta que se concretó el primero en el aparejo de Nicolás Albanese, marcando un buen ejemplar de pejerrey bien robusto –superaba los 30 cm– y que dio una linda batalla. Así se fue dando, esporádicamente, la toma de carnada en esta zona. Freddy capturó otro voraz ejemplar que superaba los 30 cm.
A una profundidad de 13 m, los piques no fueron constantes, así que decidimos cambiar de lugar y nos dirigimos a la boca del Río de los Espinillos.
Camadas de juveniles
Allí comenzamos a probar en diferentes profundidades con nuestros aparejos. En mi caso, corrí el nudo corredizo y lo llevé hasta 8 m. En esta zona los piques comenzaron a darse más constantes y logré un hermoso ejemplar que marcó los 40 cm. En todos los casos, los piques se daban con tironcitos suaves y, de inmediato, la boya comenzaba a hundirse suavemente. Hasta ese momento no había que apresurarse para concretar la pesca. Así fuimos logrando diferentes portes de flechas de plata.
Algo a remarcar es que el dique se encuentra con muchísima población de pejerreyes juveniles, algo que nos pone muy contentos pensando en el futuro, y que nos llenó de precauciones para la pesca en sí. Tras una llovizna insistente que perduró prácticamente toda la jornada, nuestro primer día iba culminando. Levantamos las líneas y emprendimos rumbo al puerto, donde nos esperaba Pablo Agüero, nuestro guía del día siguiente. Era el momento de descansar para comenzar la nueva jornada bien temprano.
Abundante respuesta
Eran las 7:30 cuando salimos a navegar acompañados por Agüero y Claus para relevar otros sectores del dique. La llovizna no cesaba y otra vez tendríamos una jornada gris que tornaba muy particular el entorno en el que nos encontrábamos, de sierras y paisajes pocos frecuentes. Navegamos aproximadamente por 40 minutos y comenzamos a pescar con la misma modalidad del día anterior, variando las profundidades de los aparejos.
Los piques no se hicieron esperar y Pablo marcó el primer pejerrey de la jornada en su aparejo, que superaba los 35 cm. En simultaneo, Nicolás concretaba otra de las capturas, a una profundidad de 12 m y lo seguía Claus con otro maravilloso ejemplar, todos muy parejos y combativos.
La pesca estaba más que entretenida y entreverados salían flechas juveniles que, por supuesto, fueron devueltas a su hábitat. Media jornada bastó para dar por asegurada la cantidad y calidad de peces que contiene este ámbito. Además, lo frecuentan otras especies: bagres, tarariras de muy buenos portes, dientudos, mojarrones, carpas y truchas. Vale la pena una escapada.
Nota completa en Revista Weekend del mes Mayo 2018 (edicion 549)
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