Thursday 28 de March de 2024
PESCA | 07-05-2017 08:40

Variada para todos los gustos

La localidad entrerriana de La Paz sigue dando buena pesca tanto con señuelos como con carnada. Dorados, cachorros de surubí, tarariras, chafalotes y más.
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Así comenzó este relevamiento en la ciudad entrerriana de La Paz: “Julio, el río está chocolate, no vamos a pescar nada, a qué vas a venir? Pero confiando en los conocimientos del guía armamos nuestro itinerario de viaje y, obviamente con nuestra expectativa intacta en relación a la pesca y a pasar buenos momentos, conformamos un lindo grupo y pusimos fecha de viaje.

En los últimos días el río Paraná venía muy sucio, con sedimento en superficie y los pesqueros tradicionales no tenían la fuerza acostumbrada, por lo que la merma de pique era la constante en todos los lugares en los que pedíamos información. Igualmente es un río lleno de vida y que siempre puede sorprendernos. Eso, sumado a la impaciencia y los caprichos de los pescadores, daba un cocktail con gusto a desafío que era muy difícil de perder.

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Listos para viajar

Nos comunicamos nuevamente con Aníbal Balher, guía y amigo que opera en todo el delta paceño, y le propusimos inmediatamente salir a buscar distintas especies sobre los ríos madre y el delta de la isla Curuzú Chalí. Inmediatamente aceptó el desafío y se sumó a nuestras ganas de probar a la naturaleza.

La Paz es un tradicional pesquero a orillas del río Paraná que cuenta con un gran parque náutico para paseos y pesca deportiva.  También tiene un hermoso sector de termas y gran movida nocturna con bares y centro comercial muy atractivo para todos los que la visitan. Como en la gran mayoría de los pueblos del interior,

la gente es muy hospitalaria y siempre está encima de los turistas para ayudar y compartir buenos momentos.

La isla Curuzú Chalí casi el centro neurálgico de los pesqueros de la zona, un hermoso lugar donde podemos encontrar diferentes tipos de riachos, lagunas, barrancas y serpenteantes arroyos que nos dibujan innumerables cantidades de mini pesqueros capaces de darnos las mayores alegrías de la pesca deportiva.

Son muchas las especies que podemos pescar en esta zona: dorados, surubíes, todo tipo de bagres, palometas, bogas y chafalotes, entre otras. Y todas tienen su particular encanto y diferentes maneras de ser pescadas. Nuestra idea era poder pescar tanto con artificiales como con carnada natural. Según las cosas que nos contaban nuestros informes, suponíamos que los señuelos no iban a funcionar, pero eran solo suposiciones, porque aún faltaba llegar. Tomamos un micro de línea en el que viajamos cómodamente durante la noche y a primera hora estábamos arribando a la terminal de

La Paz, donde nos esperaba Anibal para alojarnos en el complejo Las Palmeras, lugar muy cómodo y pintoresco con cabañas alpinas. Mientras desayunábamos, algunos integrantes ya armaban los equipos y separaban los señuelos en distintas cajas para tener orden en el momento de buscarlos para su uso.

Los equipos

Aparecieron los primeros rayos de sol y rápidamente nos fuímos para el puerto, lugar donde Dani y Carlitos, otros de los guías que nos acompañarían, ya nos esperaban con la embarcación lista para comenzar nuestro día de pesca. Para la pesca con artificiales llevamos cañas de baitcasting y de spinning entre 1,70 y 2,10 m con una potencia máxima de 20 libras (1 libra = 0,4535 kilo) y reeles frontales de bajo perfil cargados con hilo multifilamento de 40 lb. En cambio, para pescar con carnada natural llevamos cañas de  hasta 2,40 m con acción de punta y reeles rotativos con buen registro de freno cargados con nylon 0,40 mm. Subimos nuestros arsenal a la embarcación y comenzamos a navegar por aguas del río Espinillo en dirección norte buscando los primeros pesqueros.

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Difícil primera jornada

Sinceramente, el agua estaba muy sucia y veíamos con dificultad la posibilidad de tener un buen día de pesca, cosa que los guías se encargaron de hacernos ver lo contrario. Los primeros intentos iban a ser con carnada natural y serían sobre un banco de arena en el medio del río.

Pusimos morena de carnada en nuestros anzuelos 8/0 y algunos colocaron un plomito corredizo de unos 20 g para hacer bajar un poquito más la línea; la forma de pescar sería al garete. Fueron todas las carnadas al agua y soltando línea fuimos esperando los piques, cosa que no se dio luego de pasar dos veces por el mismo lugar. Raudamente recogimos nuestros aparejos y seguimos subiendo el río buscando otras opciones. Hicimos paradas para pescar anclados sobre las costas barrancosas, donde tuvimos algunos toques de dorados y surubíes chicos que no conformaban, por lo que decidimos hacer una parada en la isla para almorzar e intentar pescar tarariras en los bañados, cosa que sucedió con singular éxito obteniendo unas cuantas taruchas de portes variados, todas con artificiales de superficie.

A continuación, acomodamos todo y salimos río abajo para intentar la pesca con señuelos, sabiendo que no eran las mejores condiciones. Golpeamos algunas costas bajas y otros lugares con palos semi sumergidos donde pudimos dar con dorados medianos y alguno que superó los 65 cm de largo. Podemos redondear como satifactorio nuestro primer día de pesca pero ya queríamos salir a probar otras opciones. La segunda jornada nos fuimos derechito por el río Paraná a probar todas sus correderas, pero igualmente intentaríamos con carnadas naturales y artificiales.

Intentos a pindá

Los guías nos mostraban algunos cortes interesantes donde veían como ideal pasarles a pindá, utilizando grandes morenas como carnada, y la verdad no erraron. Hicimos un par de bajadas y prendimos algunos cachorritos de surubí con la linda experiencia de dar con las especies pintados y rayados, y mezclados salieron varios doraditos y algunos patíes. La tripulación pedía a gritos realizar la pesca con señuelos, por lo cual sugerimos a los guías ir a lugares donde tuviéramos la posibilidad concreta de obtener algunas capturas. Llegamos a un sector donde sobresalían puntas de islas, bocas de arroyos y correderas con palos que temblaban por la correntada: un sitio de manual donde todos quisiéramos estar. Y la diversión no tardó en llegar.

Manejados correctamente y utilizando la potencia del motor eléctrico de proa, pudimos recorrer los mejores lugares lanzando decenas de tiros y pescando varias especies cazadoras que nos llenaron de alegría. Volvimos a hacer un alto para almorzar, mientras los chicos siguieron con las taruchas en los desbordes y bañados, al tiempo que los más viejitos nos quedamos junto a la mesa contando anécdotas y pensando en la pesca de la tarde ya de regreso al puerto.

Todo siguió igual, con algunas capturas menores y otros tantos yerros. Para terminar nuestro relato podemos decir que no debemos dejarnos llevar por apariencias, el Paraná está lleno de vida y no importa el color del agua ni los comentarios, sino que debemos intentarlo y proponernos pasarla de la mejor manera pescando junto a nuestros amigos.

Visitemos La Paz, uno de los pesqueros tradicionales donde “fracaso” no está entre sus palabras favoritas.

Nota completa publicada en revista Weekend 536, mayo 2017.

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Julio Pollero

Julio Pollero

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