Programar una salida de pesca en un ámbito tan cambiante en cuanto a meteorología como lo es el Río de la Plata, no resulta una tarea sencilla. Si a este factor le agregamos el ingrediente de que se debe navegar en una lancha por río abierto cargando los kayaks, cuatro pescadores, un fotógrafo y todo el equipamiento para pasar una jornada completa, nos encontramos frente a una tarea ardua en la cual nada puede quedar librado al azar.
Con todo esto en mente me desperté el viernes 10 de enero a las 4:00 AM y procedí a chequear vía Internet por última vez los tres pronósticos que utilizo como referencia. Con nuestro guía Mariano teníamos pactado encontrarnos a las 6 de la mañana en el Club Tribunales de San Isidro para cargar el generoso trucker de 7,80 m de eslora y dos motores con el que íbamos a movernos hasta los pesqueros, para luego bajar los kayaks en la zona y hacer los intentos desde nuestros plásticos.
Mientras (todavía de noche) manejaba por Av. Costanera hacia el norte, divisaba relámpagos y ya se perfilaba en medio de la claridad del próximo amanecer el sistema de tormentas eléctricas que de a poco me iba envolviendo. Llamados cruzados entre Mariano y mis compañeros de pesca Pablo Rodríguez, Fabián Goycochea y Daniel Baigorria se sucedían y quedamos en que si había que suspender, se hacía en el muelle y como última alternativa. Era jugarse el todo por el todo pero con una ligera ventaja de mi parte... El Servicio Meteorológico Nacional había levantado el alerta por tormentas en el último parte de las 4 de la mañana y coincidía con los datos que pude levantar de mi sistema de pronósticos preferido y que rara vez me falla: el CPTEC brasileño. Con este panorama arribamos al club y comenzamos a bajar equipos y kayaks para tenerlos listos en cuanto Mariano acercara el trucker al embarcadero.
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Los puntos a relevar serían la zona frente al Parque de los Niños (en el límite entre la Ciudad de Buenos Aires y el partido de Vicente López) y las adyacencias al Puerto de Buenos Aires, ya que se trata de un point que dependiendo de la marea se puede volver muy rendidor.
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Como el río se presentaba amigable para navegarlo, sobre la marcha decidimos hacer nuestros primeros intentos en la zona de las escolleras de piedra del puerto para luego, si no tuviéramos buenos resultados, remontar hacia Vicente López.
Aprovechando el inicio de la marea alta (en río abierto el mejor horario según nuestra experiencia) nos organizamos de tal manera que dos pescadores realizarían lances con artificiales para ir testeando la cancha, mientras otros dos –ganando tiempo– se dedicarían a pescar exclusivamente bagres amarillos, carnada predilecta para los dorados que rondan la zona. Líneas de dos anzuelos para la pesca de amarillos, plomo muy liviano, lombriz de carnada... y las capturas no se hicieron esperar, con tamaños más que aceptables. En las cañas con señuelos, mucho lance y poco ataque, síntoma de que el agua estaba poco clara debido a la crecida (que trae material en suspensión) y a que el cielo todavía se presentaba algo nublado, con sol apareciendo de a ratos.
Lingotes dorados entre Fighiera y Arroyo Seco
Nota publicada en la edición 497 de Weekend, febrero de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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