Friday 26 de April de 2024
PESCA | 27-06-2012 18:22

Kayak fishing en Mar Chiquita

El atractivo de pescar en esta modalidad, deja sensaciones únicas, al estar tan próximos al agua. Una variada sumamente entretenida y muy rica.
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Arribamos a la costa de Mar Chiquitabien temprano, con la idea de aprovechar al máximo la jornada de pesca. La ausencia de las clásicas sombrillas en la arena nos indicaba que faltaban algunas horas para que la playa retomara su actividad normal y desbordara de bañistas, enconados partidos de tejo y niños jugando.

El mar se presentaba en calma, con una suave brisa del norte que apenas rizaba la cresta de las olas: un escenario ideal para pescar en kayak. El chequeo de las condiciones climatológicas y de viento realizado la noche anterior, nos aseguraba varias horas de brisa suave. Y luego del mediodía se incrementaba al girar al este, lo cual nos empujaría a la costa. Después de descargar las embarcaciones procedimos a realizar los ajustes necesarios. Cañas atadas, abundante agua, carnadas, líneas, jigs, ancla, alguna fruta y, lo más importante, los elementos de seguridad: silbato, chaleco salvavidas, espejo de señales, teléfono y cuerda de remolque.

Con todo bajo control tomamos el kayak por la manija de proa y luego de caminar unos metros comenzamos a remar. Es increíble la sensación de libertad que se tiene al sortear las olas y ver toda esa extensión azul que nos invita a recorrerla. Tomamos rumbo al este, y luego de remar unos 800 m procedimos a bajar el ancla en una zona de piedras que ya habíamos visitado en otras oportunidades. La profundidad sondeada rondaba los 15 m, lo que nos obligó a soltar unos 20 m de cabo antes de quedar firmes.

La idea era pescar utilizando equipos bien livianos: cañas de grafito de 15 libras y 2,10 m de largo con acción parabólica. Las líneas serían de dos anzuelos Nº 4/0 y con un plomo de 40 g. Cuando pescamosen esta zona optamos por poner las brazoladas de 50 cm, una bien arriba y una casi pegada al fondo, a fin de buscar diferentes especies y dar movilidad a las carnadas.

Al pescar en kayak es normal tener respuestas casi de inmediato, sin embargo, el pique aumenta a medida que la zona se va cebando. Al llegar al sector de pesca, muchas veces lo primero que hacemos es cortar tres o cuatro anchoas en pedazos muy chicos y lanzarlos en contra de la corriente, tratando que se sumerjan en nuestra franja de pesca. De esa forma atraemos a las especies de variada y , si el pique es firme, podemos cambiar las líneas y las carnadas por un jig liviano de hasta 60 g.

En los primeros lances, los gatuzos de excelente tamaño se alternaban con peces palo y corvinas de hasta 3 kilos. Todo dependía de la forma de mover la línea. Con la cañaquieta las corvinas toman primero. Al subir y bajar el aparejo los peces palo atacan los cebos sin piedad. Después de este primer encuentro, los besugos comenzaron a llegar a la cita y ya era imposible que no vinieran tomados en dobletes.

Variedad de especies

Los primeros melgachos también empezaron a salir, y los equipos se vieron exigidos en una lucha donde el kayak se mueve siguiendo al ejemplar prendido. La transparencia del agua nos permitía ver cómo el pez subía desde varios metros debajo de la superficie. Y también admirar las corridas que realiza en su intento por escapar. La gran parte de los peces venía apenas prendido del labio, lo que permitió una devolución satisfactoria de la mayoría de ellos.

Con la pesca en el mejor momento decidimos cambiar las líneas por jigs, utilizando un rubber jig modelo Jabai Jig, intercalándolo con un Abbys, ambos de Williamson. Un pique eléctrico me sobresaltó, y al recoger se dibujó la forma inconfundible de un excelente lenguado. Al sentirse cerca de la superficie inicio una corrida y el jig se desprendió dejándonos con el grito en la garganta y la mirada en el agua, esperando como si fuese posible volver a verlo.

Cerca del mediodía, un cambio en la temperatura señaló el inicio de la rotación anunciada del viento y marcó el momento ideal para emprender el regreso. Con el mismocuidado que en tierra, comenzamos a acomodar los equipos. Líneas, jigs y reeles viajan en una la bolsa estanca dentro del cajón de popa, la caña atada al costado de la borda y paralela al kayak para que en caso de volcar en una ola no se rompa. Los peces en una bolsa de red gruesa sobre la cubierta, atados a uno de los insertos del kayak. Y el ancla fuertemente amarrada dentro del cajón. Todo compone una sola cosa, y si al barrenar en la salida nos caemos al agua no hay posibilidad de que se pierda ningún elemento.

Disfrutando del sol recorrimos el espacio que nos separaba de la costa, en un mar que lentamente cambiaba su fisonomía, aumentando las ondulaciones de las olas y formando a lo lejos algunos corderitos. Salimos casi pegados a la escollera de la boca de la Albufera, uno de los sectores asignados por guardavidas para el ingreso y egreso de los kayaks. Esto permite poder barrenar sin estar atentos a los bañistas y que no se produzca algún accidente con los kayaks. Luego vendría una postal que se repite en cada salida: turistas que se acercan a mirar los peces, niños que preguntan si los pueden tocar, fotos para mostrar al regreso de las vacaciones y algún pescador que quiere saber cómo es esto de pescar desde un kayak.

Mar Chiquita es la Capital Nacional del Kayak Fishing, un destino turístico digno de visitar, con un entorno único y cientos de opciones para el pescador y la familia. Cuando el clima lo permite, el mar se viste de decenas de kayaks de todos los colores . Y si el viento impide la pesca de mar, los kayaks recorren la laguna buscando un lenguado, las esquivas lisas o, simplemente, disfrutando de una jornada de remo y tranquilidad.

Nota publicada en la edición 474 de Weekend, marzo de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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