Bajo la amenaza de un ataque caníbal, los machos intentan someter a las hembras inmovilizándolas en luchas violentas. Esa fue la definición más clara de los que significa un ritual sexual entre mantis. Como si las cuestiones de violencia de género no pesaran los machos que ganan la pelea acceden a derecho de tener varias amantes, además de tener muchas más probabilidades de lograr consumar la relación deseada. Es una lucha táctica que forma parte de un largo ritual para conseguir y seducir a la pareja, que hasta puede comprometer la supervivencia.
Tras experimentar con 52 parejas de mantis, se constató que si el macho es más rápido y agarra a la hembra con sus patas delanteras, tiene un 78% de posibilidades de escapar ileso. Y si, además, inflige estar herido de gravedad pero no fatal en el abdomen, logra dominar con su cabeza intacta en todo momento.
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En cambio, si la hembra es la logra agarrar primero al macho, éste siempre acababa devorado.
Estas luchas, duran un promedio de 13 segundos, se decantan más de la mitad de las veces a favor de los machos. Peor ganar no significa automáticamente copular: la misma se produce solo en dos tercios de las veces.
El canibalismo sexual, por los nutrientes
El canibalismo sexual, se produce cuando la hembra de una especie consume al macho durante o después del apareamiento, también se conoce entre las arañas, como la viuda negra y los escorpiones. Por lo general, los machos, más pequeños, hacen lo que pueden para evitar ser devorados, incluso fingirse muertos.
La mantis devora al macho por los nutrientes que se obtienen, para así beneficiar a su descendencia a medida que crece. Lo curioso, además es que las mantis springbok hembras tienen la capacidad de reproducirse asexualmente o sin la ayuda de los machos. Pueden producir clones de sí mismos si no se aparean.
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