En la cacería de patos, algunos aficionados toman con poca seriedad la importancia de los elementos de tecnología o vestimenta camuflada, y cómo influyen en el buen o mal desempeño en cuanto a cantidad de piezas abatidas. Para corroborarlo, realicé un ensayo empírico durante mi última experiencia, que disfruté junto a Gabriel Muñoz y Luis Conde. Los convoqué para que mostraran en el campo toda su parafernalia, probarla y comparar tres tipos de trajes diferentes, confeccionados con distintas telas y prestaciones, y ver cómo todo cambia, si es que varía algo.
Cada uno eligió un elemento distinto para cubrir su cabeza: mi infaltable sombrero, gorra para Gabriel y Luis con capucha. Con todos estos ingredientes y la premisa de tomar experiencia al ver cómo reaccionaban los patos con cada traje, nos instalamos en el apostadero.
Tipos de trajes
Luis se vistió con sus traje tipo de hojas; eligió el color de acuerdo con la vegetación del apostadero, junto con gorro y borcegos al tono (tiene dos para diferentes colores de verde); Gabriel fue con un conjunto de tela camuflada con ramas/hojas; y yo usé un equipo de chaqueta, capucha y pantalón de camuflado tradicional, tipo militar de la vieja época. En el apostadero, hecho con ramas naturales en el borde de la laguna, teníamos la información de que las bandadas serían numerosas.
Como todos sabemos, el pato es un ave que posee entre sus virtudes una gran velocidad y maniobrabilidad, una vista precisa, plumaje abundante y grasoso que le sirve como protección al ingreso de perdigones, así que sus partes vulnerables son la cabeza, parte del pecho y la cola. De esta manera, el swing y el adelantamiento en el disparo son fundamentales, lo mismo que la vestimenta, para que el ave nos detecte lo más tarde posible y nos permita hacer tiros certeros y más cercanos. Hasta el reflejo del caño del arma y las partes expuestas de la piel de la cara son aspectos que hay que tener en cuenta, al igual que los elementos que se utilizan para evitar la detección temprana.
Cuando lo vi a Luis en su posición, con su traje de hojas, presentí que ya había un ganador y no me equivoqué: estaba tan bien mimetizado que, para poder reconocerlo, le pedí que mostrara el caño de la escopeta. Las bandadas fueron entrando con velocidad y bajaban en mayor cantidad y más cerca del apostadero con el traje de hojas. Si tuviera que armar un porcentaje de efectividad, el 100 % sería para el traje de hojas, 80 % para el de tela estampada y 50 % para el de camuflaje tradicional.
Escopeta camuflada
Otro elemento importante, si no se posee una escopeta camuflada y no se quiere poner barro en los caños para bajar su reflejo, es comprar en la armería tiras de stickers autoadhesivos camuflados para plotearla. Esto también lo noté en la tirada de Luis: los patos se le acercaban muchísimo pero, apenas asomaba el caño de su escopeta, la bandada ejecutaba un movimiento de retiro aunque ya era tarde pues la cercanía y la Beretta semi 12/70 no le daban mucha chance al yerro.
Después de la tirada nos juntamos con mis compañeros para ver cuál era su opinión y comparar visualmente los tres trajes en una misma foto. Ahí se puede notar el contraste de cada uno con el fondo de la vegetación. Todavía con unas bandadas por entrar, nos volvimos a sentar para terminar con la cacería y disfruté de verlas ingresar bajo, apuntar con tranquilidad y, majestuosamente, hacer caer más patos al agua hasta completar el cupo.
Otra cosa importante es minimizar o evitar la reducción de movimientos por la vestimenta durante el swing. En este caso fueron sorteados con éxito porque, como siempre digo, la naturaleza acomoda los tantos si la ayudamos y combinamos todos los elementos disponibles a nuestro alcance para mejorar la performance. Las escopetas pueden resultar infalibles y cómodas a la hora de definir pero el apostadero y la mimetización con el medio ambiente y cómo ocultarse mejor de la vista de los patos es primordial, sabiendo cómo ellos nos ven desde la altura.
Nota completa en Revista Weekend del mes agosto 2018 (edicion 551)
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