Opinar acerca de las diferencias en la muestra de perros de caza es como hacer una encuesta acerca quién juega mejor: Boca o River. En esta nota nos ocuparemos del pointer y del bretón, aunque también hay otras razas, como el setter y el braco, entre las más conocidas. Si le preguntamos a dos cazadores, lo más probable es que cada uno tenga una versión diferente. Por eso, en esta temporada dos grupos de aficionados salimos a los campos de Tapalqué un mismo día, pero a cuadros distintos, con la idea de analizar el comportamiento del pointer y del bretón.
En mi caso, caminé junto a Nicolás Punteri y su pointer un campo ganadero donde también se siembra pasto para invernada y en el que el propietario hace los rollos para su propio establecimiento y para terceros. La contraprueba la realizaríamos con Laurent Sainsot, un francés que vive en Normandía y que a través de su novia Deborah Mraz Arancibia se contactó con revista Weekend porque quería venir a cazar a la Argentina, así que colaboramos en la organización de su salida, nos conocimos y compartimos un almuerzo. En esta oportunidad le presentamos al guía Feliciano Aguirre, quien le proveyó el traslado al campo, los perros, la gastronomía, los cartuchos, la entrega de las presas peladas y quien dispone de tres bretones: Cielo, Frida y Chiqui.
Condiciones del terreno
El día de nuestro encuentro en Tapalqué se presentó con mucha humedad, cielo nublado, temperatura media de unos 20 ºC y vientos leves durante la mañana que se intensificaron por la tarde. Además, muchos mosquitos, lo que nos obligó a usar todo tipo de repelentes. Por la falta de heladas, el campo estaba con los pastos altos a pesar de que ya se había realizado la cosecha para hacer los rollos del invierno.
Pisamos el cuadro en compañía de Noa, la pointer de Nicolás, en su segunda temporada de caza, por lo que le preocupaba que se atropellara, que no trajera las presas y que sus laceos no fueran buenos. Sin embargo, se movió unos 70 m a nuestro lado y hasta unos 35 m por delante. A pesar de la escasa población de perdices, no se alejó más que esa distancia y marcó con la gracia de una bailarina de ballet. La toma de emanaciones con la cabeza en alto por la mañana (escaso viento) y la entrega de las piezas fueron correctas. Por la tarde (más viento), el laceo y la distancia se achicaron un 30 % y las marcas se volvieron más imprecisas. Recordemos que Noa lleva pocas salidas y que le falta campo. De todas formas, caminamos más de 14 km y comprobamos que en este campo las perdices eran muy escasas.
Segundo campo a la francesa
Un par de días después de la cacería nos encontramos con Laurent a almorzar para intercambiar opiniones. Me comentó que lo primero que le llamó la atención del pointer argentino respecto del francés es la estructura, porque el primero tiene los cuartos traseros muy anchos, como si sobresalieran de la carrocería, algo así como una camioneta con duales.
En cuanto al laceo, encontró que el pointer lo hace mucho más amplio y veloz (obliga a caminar rápido), y que realiza la búsqueda con la nariz hacia arriba, por lo que lo afectan menos los pastos altos. Según su criterio, el pointer es un perro para viejos jóvenes. En cambio, el bretón realiza laceos más cortos y camina a menor velocidad. Y, a diferencia del pointer, busca las emanaciones con el hocico abajo, por lo que lo desfavorecen los pastos altos. Esta dificultad se suma al pelo largo de la raza, por lo cual se le pegan los abrojos.
Laurent, como dijimos, también cazó en campos de Tapalqué junto al guía Feliciano y sus bretones, que trabajaron de a uno por vez laceando entre 5 y 20 m adelante y unos 40 m en forma lateral. A diferencia nuestra, ellos tuvieron una gran cantidad de avistajes y cumplieron la cuota sobradamente durante el día. Laurent relató que tuvo yerros y aciertos en un 50 % a causa de la diferencia en las escopetas, las que no conocía, pero a las que se adaptó mientras avanzaba la jornada. Un detalle que le llamó la atención fue el precio de la caja de cartuchos, entre 20 y 25 euros al cambio en la Argentina, cuando en Francia el costo está en el orden de los 7 euros. “Estoy sorprendido por la diferencia”, remarcó.
Me contó que todo lo que caza lo prepara con el estilo sutil de la cocina francesa. Y en esta oportunidad me sorprendió con perdiz rellena con molleja, jamón crudo, ajo y perejil, todo sellado con manteca y coronado en una salsa con manteca de uvas blancas, torrontés y un toque de miel que dejó mi escabeche muy lejos de competirle. Lo que él come son las pechugas y los muslos, que es lo que se rescató cuando se las peló. En una nota de Weekend del mes pasado (edición Nº 621) explicamos este proceso. Y en una próxima daremos a conocer otra receta para elaborar patos que me acaban de pasar y es tan exquisita como ésta. A modo de conclusión, pointer o bretón es una elección de cada cazador.
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