Hace 30 años, en 1990, el capitán Tim Lancaster de la aerolínea British Airways sobrevivió a uno de los accidentes más increíbles de la historia. Mientras se encontraba piloteando un avión comercial, uno de los parabrisas de la cabina estalló en plano vuelo, provocando que el piloto fuera succionado hacia afuera. La mitad de su cuerpo quedó colgando fuera de la aeronave, todo gracias a un asistente de vuelo que lo sostuvo de las piernas hasta que lograron aterrizar de emergencia.
Esta espectacular historia fue recuperada por el periodista y documentalista David Ferrier, quien la semana pasada compartió en Twitter unas imágenes que recrean lo ocurrido. Las mismas corresponden a un documental de National Geographic emitido en 2005.
El particular accidente tuvo lugar en el vuelo 5390 de British Airways, que partió del aeropuerto de Birmingham (Reino Unido) en la mañana del 10 de junio de 1990 hacia Málaga (España). En la aeronave viajaban 81 pasajeros y 6 tripulantes.
in 1990 the window of a plane fell off and one of the pilots got sucked out so they just held onto his legs while the plane landed pic.twitter.com/dp4mINhWy9
— David Farrier (@davidfarrier) November 13, 2020
Cuando se encontraban a 17.000 pies de altura, mientras los asistentes de vuelo servían bebidas y los pilotos esperaban el desayuno, se produjo la ruptura del parabrisas lateral del capitán Lancaster. La repentina descompresión sacudió al avión, arrancó la puerta de la cabina y arrastró el cuerpo del piloto hacia el exterior, que no salió volando gracias a que sus piernas todavía estaban metidas debajo de los controles.
Nigel Ogden, uno de los tripulantes, se percató de la situación y alcanzó a agarrar a Lancaster, que estaba siendo presionado contra el fuselaje debido al viento y la velocidad, aunque estaba empezando a congelarse por las bajas temperaturas.
Entre varios intentaron meter al piloto nuevamente en la cabina, pero les resultó imposible. Mientras tanto, el copiloto Alistair Atchison avisó a la torre de control sobre lo sucedido y procedió a realizar un aterrizaje de emergencia.
Sin esperar por una respuesta, comenzó con el descenso, aun corriendo el riesgo de cruzarse en la ruta de otros aviones. Afortunadamente, el avión aterrizó con éxito en el aeropuerto de Southampton (Reino Unido).
Luego de haber permanecido por cerca de 22 minutos expuesto a vientos de más de 600 kilómetros por hora y temperaturas cercanas a los -17 °C, Tim Lancaster fue atendido y trasladado a un hospital con vida.
Las investigaciones posteriores revelaron que la ruptura del parabrisas se produjo porque se utilizaron pernos más delgados y pequeños que los habituales, los cuales debían aguantar la diferencia de presión entre la cabina y el exterior.
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