En los años '50, en Dinamarca surgió la idea de utilizar los bosques como aulas de enseñanza para los más chicos. De esta forma surgió un modelo educativo denominado Metodología Bosquescuela, que busca impulsar la curiosidad, la exploración y el desarrollo de una conciencia ambiental a través de la relación de los alumnos con la naturaleza.
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Actualmente muchos niños en el país se educan en el medio del bosque. Alrededor de un 20 % de los jardines de infantes ofrecen esta modalidad. Durante todo el año asisten a clases al aire libre, donde cortan madera, trepan árboles, construyen casas con ramas, y varias actividades más que los ponen en contacto con la naturaleza.
Los chicos arrancan a la mañana y de inmediato se ponen a trabajar, por ejemplo reparando un arenero, para cual deben utilizar diferentes herramientas o elementos que en general estarían lejos de su alcance, como cuchillos. A medida que se van desenvolviendo y ganando la confianza de sus profesores, obtienen el permiso para utilizar diferentes objetos.
A través del trabajo y la exploración en el bosque, los chicos van aprendiendo habilidades nuevas mientras son conscientes de los peligros. Todo eso deriva en el desarrollo de su confianza.
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El entorno les ofrece recursos didácticos ilimitados: árboles, piedras, tierra, animales, etc. Todo los que los rodea son disparadores de su aprendizaje. Esto les permite desarrollarse y crecer en armonía con el entorno que les rodea sin necesidad de contar con libros de texto.
Uno de los pilares de los bosquescuelas es el juego libre, donde los alumnos pueden elegir con quién, dónde y a qué dedicarse durante el día, mientras que el equipo docente crea el ambiente que garantiza su bienestar y seguridad. En su juego son ellos quienes se marcan sus propios retos y quienes definen el grado de dificultad que pueden y quieren superar.
El clima no impide el funcionamiento de las clases, ya que los niños y los profesores están preparados para las inclemencias climáticas. Mientras no se trate de circunstancias extremas, en estas escuelas sostienen que “no existe el mal clima, sino ropa inadecuada”.
Al ser el bosque el aula, esta modalidad no requiere de una gran infraestructura, generalmente solo se instala una cabaña de madera que se utiliza como refugio y que es de muy fácil acceso desde la ruta.
Esta modalidad, en algunos casos se extiende hasta los primeros años de la educación primaria. Además, se ha empezado a replicar en otros países como Alemania, España, Suecia y Noruega.
En América los bosques escuela se han extendido por Canadá y Estados Unidos. Actualmente, el escritor Richard Louv, dirige el movimiento Children & Nature Network. Este movimiento auna, apoya y da difusión a iniciativas que fomenten la educación en la naturaleza.
Beneficios:
- Experiencias reales: los niños y las niñas aprenden a autosatisfacerse a través de la experiencia directa. Así se motivan para descubrir el mundo que les rodea.
- Curiosidad como motor: la curiosidad es el impulso natural a querer explorar, desarrollar, inventar y crear. Debido a esto, los niños encuentran en la naturaleza todo lo necesario para un desarrollo saludable.
- Psicomotricidad: correr, trepar, caminar, saltar, sentarse, columpiarse, arrojar objetos; el cuerpo de los chicos se desarrolla mejor gracias a una importante variedad de actividades.
- Integración sensorial: el equilibrio, el tacto, la vista, la audición, el gusto, el olfato; todos los sentidos se enriquecen al ser desarrollados en un entorno natural.
- Respeto: la metodología busca crear un ambiente de confianza que facilite la creación de vínculos entre los miembros de la comunidad educativa y asegure su bienestar e integridad personal.
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