Llevar calzado de repuesto es todo un tema en cualquier actividad que realicemos a pie (trekking, camping, supervivencia, bike y aventura, en general), no tanto por su peso –hay modelos muy livianos– sino por el espacio que ocupa. Pero ninguno de nosotros está exento de mojarse. Y, entonces, ¿qué hacemos? El sentido común indica que en las actividades al aire libre no podemos andar descalzos. Un vidrio, una lata, un alambre, anzuelo o insecto pueden dejarnos en llanta y muy maltrechos. Por eso acarrear un par extra es, sin duda, lo más recomendable. Pero conozco aventureros que tienen otras ideas, como caminar con los pies mojados y secar el calzado durante la noche, cuando se detienen a descansar. Tampoco es lo aconsejable, porque la humedad constante, además de enrojecimiento, ampollas, irritación y peladuras en las plantas, empeines y dedos, puede acarrear otras enfermedades, que se traducen en gripe, hongos y un acotado etcétera. ¿Entonces, cómo secarlos?
Plan A
Si estuviéramos en un hotel o en casa, una de las alternativas clásicas es colocarlos delante de un ventilador, secador de cabello o cerca de una estufa. Pero nos encontramos en medio del campo apenas con una fogata y algunos pocos elementos más. En este caso, la mayor tentación es acercar las botas y plantillas al fuego, pero cuidado: el cuero se endurece y agrieta, y el material sintético se puede chamuscar, derretir y hasta perforar con alguna chispa. Por eso no hay que darles calor intenso, sino suave y prolongado, como si estuvieran debajo de un tiro balanceado. En cuanto a las plantillas, pueden endurecerse con el calor sin advertencia visual.
Sin alimentos, ¿cuánto tiempo podemos vivir?
Plan B
Retirar las plantillas e introducir en las botas materiales absorbentes, como hierbas y hojas secas, es otra de las alternativas. Cuando los materiales absorban y estén bastante húmedos, retirarlos y repetir el proceso hasta que se haya logrado que el interior esté lo más seco posible. Las hojas secas pueden reemplazarse por pañuelos descartables, toallas de papel, diarios y otras prendas que no vayamos a usar en el corto plazo y que podamos secar cerca de una fogata. Siempre va a ser más sencillo secar varias prendas poco húmedas que una sola empapada. Si disponemos de mucho papel de diario, también es conveniente envolver el calzado con él para que el poder absorbente sea mayor.
A falta de papel higiénico...
Piedras calientes
Calentar piedras secas (nunca las de río porque pueden explotar) en agua hirviendo o cerca del fuego (no sobre el fuego), envolverlas en una o varias medias y llenar las botas con ellas. Cuando empiecen a perder temperatura, reemplazarlas por otras ya calentadas. Desde ya que sería ideal combinar este proceso con el anterior de acercar el calzado a las brasas.
Microfibra
Si por esas casualidades se dispone de esos paños absorbentes que se utilizan en la cocina (o estamos cerca de una proveeduría o mercado que puedan venderlos), sacamos las plantillas del calzado y lo presionamos con la microfibra. En la medida que extraemos agua, la escurrimos y repetimos la operación. A falta de microfibra también puede utilizarse ropa. Finalmente, guardamos el calzado húmedo al final de la bolsa de dormir para que durante la noche nuestro calor corporal ayude a que pierda humedad.
Arroz y avena
Es una variante más que se puede combinar con cualquiera de las anteriores. Basta rellenar un par de medias con estos elementos –solos o mezclados– e introducirlos en el calzado. Ambos tienen gran poder absorbente y ayudarán a combatir la humedad. Secar zapatillas, botas o borceguíes es cuestión de tiempo y paciencia. Si el clima es caluroso y la capellada está apenas húmeda, para rematar la faena la solución final puede ser colocarse medias, el calzado por terminar de secar y comenzar la marcha por lugares secos. El calor corporal evaporará la poca agua que pueda quedar.
En secarropas
- Si nuestro calzado es sintético o de algodón, sin suelas duras, podemos ponerlo en un secador de ropa frontal. Si, en cambio, es de cuero, goma o Gore-Tex ¡No!
- Rellenar el secarropas con gran cantidad de toallas viejas.
- Desatar los cordones.
- Abrir la puerta del secarropas, juntar los zapatos por los lados con las puntas hacia arriba y las suelas contra el interior de la puerta.
- Abrochar los cordones alrededor de la parte superior de la puerta, y cerrar dejando parte de los cordones afuera (colgarlos evitará que se golpeen dentro de la secadora).
- Seleccionar el ciclo completo de secado bajo o medio por no más de 60 minutos.
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