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TURISMO | 15-08-2019 15:31

Williamsburg, donde cobra vida la historia

Un pueblo encantado, que fue protagonista de las luchas por la independencia estadounidense, evoca en el casco céntrico la vida colonial de una manera única.
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Patricia Daniele
Patricia Daniele

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Editora Ejecutiva de revista Weekend y su web, Editora General de Vivo.Perfil.com y de Luna teen.perfil.com. Columnista de espectáculos en Perfil.com y Reperfilar. Especializada en turismo y servicios al turista, gastronomía y lifestyle, series y TV paga, teatro y recitales, tendencias del mundo joven. TW e IG. @pato_daniele

Wlliamsburg es una hermosa ciudad del estado de Virginia, en los Estados Unidos. Además es un importante destino turístico nacional que conforma el Triángulo Histórico junto con Jamestown y Yorktown. Emplazada tres horas al sur de la capital Washington y cerca de la costa, se trata de una ciudad colonial que fue escenario de las luchas por la independencia y que hoy conserva su calle principal como en esos tiempos. Allí también se respira un clima joven y alegre por ser sede la Universidad William & Mary. Todo, en un marco de belleza sorprendente, con tiendas primorosas que venden los mismos productos que se usaban en el siglo XVIII, atendidos por hombres y mujeres vestidos como en esa época y donde los residentes de la zona donan horas de su tiempo (a cambio de un descuento en los impuestos) para explicar a los miles de visitantes un poco de la historia de su ciudad amada. Y lo hacen siempre con una gran sonrisa y mucha amabilidad.

Museo al aire libre

La ciudad fundacional fue restaurada y cada año recibe más de un millón de visitantes de todas partes del mundo. En la milla histórica hay 88 edificios públicos originales, 50 importantes construcciones reconstruidas y 90 acres de jardines y prados restaurados a su apariencia inicial. Williamsburg Colonial es un museo de historia en vivo, dedicado a los orígenes de la idea de América antes que los Estados Unidos existieran. Fue la capital colonial más grande, más rica y más poblada del Imperio Británico en Norteamérica. Y aquí fue donde se concibieron las ideas de libertad e igualdad, del gobierno representativo, de la justicia y de los derechos y las responsabilidades del individuo dentro de una sociedad, varias décadas antes que nacieran como país. 

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Tuvo un papel importante en la historia de la América colonial. Desde 1699 a 1780 fue la cabeza de la representación británica real en Virginia. Después de mayo del 1776, se convirtió en la capital de la nueva república independiente (Commonwealth) de Virginia, centro político, social, económico y cultural del flamante gobierno.
Por eso, visitar Williamsburg equivale también a aprender acerca de la lucha por la libertad de hace más de 200 años, conceptos que los lugareños consideran que son para toda la gente y de todos los tiempos. Toda esa historia previa está reflejada en un pueblo de cuentos, más parecida a los grabados y pinturas que vemos en un museo que a una ciudad actual, aunque es igualmente pujante y efervescente.

Ambiente colonial

La imagen característica de la ciudad es la de la mansión del gobernador británico (Backpalace), imponente con sus dos plantas de ladrillos a la vista, que se puede visitar igual que la cárcel, el polvorín, el juzgado y otras casas originales o recreadas por la fundación que se encargó de la restauración –con el impulso de John D. Rockefeller Jr.–, abonando una ticketera de U$S 40,99. Realmente vale la pena.

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Otros puntos de interés en una recorrida terrestre muy amena y que se puede concretar en una jornada, son la iglesia original, con palcos para que se sentaban las diferentes familias –como lo hacían los Washington o los Jefferson–, cuyos nombres están grabados en las placas identificatorias. El predio que la circunda funcionó como primer cementerio, y hoy se ven las lápidas y tumbas al ras de la tierra, adornadas con grabados de innegable belleza e interés histórico. Estando parada junto a una lápida, intentando leer las inscripciones, se me acercó una señora sonriente de pelo blanco y anteojos para explicarme (en inglés) que antiguamente enterraban a sus muertos cerca de la superficie y no “six feet under” como se hace en la actualidad. 
Para los que gustan llevarse un recuerdo, en toda la zona hay tiendas primorosas –algunas al aire libre y otras instaladas en las casas restauradas– que venden vestidos, sombreros, pantalones, camisas, cocardas y todo lo que se usaba en la época colonial –los precios son bastante altos– y que, sobre todos los niños, lucen con orgullo mientras recorren ese pedazo de la historia de su país. También se pueden encontrar porrones de cerveza de cerámica, granos de café en bolsas de cinco kilos y panes de jabón de todos los tamaños que resultarán un excelente souvenir. 
No muy lejos del centro se desarrollaron las batallas que culminaron con la liberación del dominio británico, campos que hoy permanecen inalterables, con el césped prolijamente cortado y algunos cañones como mudos testigos de la lucha por la independencia.

Siglo XXI

Los caminos de acceso son rutas arboladas, con trazados plenos de curvas que completan la belleza de una visita altamente recomendada para grandes y chicos. Seguramente saldrán enamorados después de conocer a esta tierra sin tiempo, en la que todos son muy amables en su atención, donde no existen los robos y en la que querrán comprarse todo. Del otro lado de la calle principal está el acceso a la Universidad William & Mary, la institución más antigua de educación de grado de los Estados Unidos, rodeada de cafeterías, restaurantes, librerías y tiendas de decoración de primer nivel. Incluso hay una especie de casa Navidad que ofrece adornos y detalles alusivos al 25 de Diciembre y que permanece abierta durante todo el año. 
Ruta de por medio está el célebre Premium Outlet, de una tranquilidad pasmosa comparado con el de Orlando, con marcas como Michael Kors, Puma, Vans, The North Face, Calvin Klein, GAP, Merrell, Skechers y Samsonite. Tambien es la zona de Virginia Beach, una ciudad balnearia muy concurrida, casi una Miami ubicada más al norte, y el parque de diversiones Busch Gardens, con elevadísimas montañas rusas y un sinfín de atracciones para toda la familia.

Washington vivió aquí

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Visitar la casa de George Washington en Mount Vernon (ubicado a 40 minutos de Washington DC por autopista y a 2 horas de Williamsburg) es volver a la época colonial. Porque el prócer estadounidense era un hacendado como Urquiza o Rosas, que debió convertirse en militar para lograr la independencia y luego en político para tratar de mantenerla. Así que visitar su terruño es descubrir cómo vivía la familia en el 1700, ya que se la mantiene inalterable. Un centro de atención a los huéspedes donde se paga la entrada de U$S 40 y un museo alusivo anticipan el recorrido: la herrería, las porquerizas y los establos se conservan como cuando el gran George comandaba la casa. Primero hay que observar la mansión, que domina con su imponencia la vista del río Potomac (foto arriba). Luego ver cada habitación con un breve relato del uso que se le daba: la recepción, el comedor, la cocina y, por la escalera de servicio, los dormitorios del primer piso. Casi pareciera que en cualquier momento van a volver a los cuartos por la forma en que está armada la exhibición. Hay que sentarse en las mecedoras del porche de cara al río, para admirar su inmensidad y pensar que alguna vez Washigton hizo lo mismo evaluando el destino de su país. Hay bellos senderos que llevan, entre otros puntos de interés, a la tumba en la que descansan los restos de George y  su esposa Martha.

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