En tiempos normales, la vendimia de Trevelin, Chubut, habría sido una excursión para vivir en familia. Pero hoy lo reportamos desde la distancia, mostrando cómo se trabajó entre fines de abril y comienzos de mayo 2020 en las bodegas boutique de esta ciudad que se ubica en el centro de la provincia, a 355 km de Bariloche y a 630 de Rawson. Tiene cerca de 10 mil habitantes y es puerta de entrada al Parque Nacional Los Alerces. Con raíces galesas, este pueblo disfruta de un valle moldeado por los ríos Percy, Corinto y Futaleufú; enmarcado por cerros como el Gorsedd y Cwmmwl o Trono de Nubes; Los Valientes, el NahuelPan o más allá el Cónico entre otros.
Son tres las bodegas pioneras ubicadas aquí y que contaron con los permisos del Ministerio de Seguridad de la provincia para realizar la tarea (más allá de que tienen mayores posibilidades de movimiento que en las grandes capitales): Casa Yagüe, Contra Corriente y Viñas del Nant y Fall, ubicadas entre las más australes del mundo, elaboran vinos que se sirven en los mejores restaurantes de la Argentina y que traspasan las fronteras, grandes exponentes de un sector que sigue creciendo a una velocidad notoria, en una de las regiones más jóvenes en el universo del vino argentino. La de este año no fue una cosecha común, porque en tiempos de coronavirus lo cotidiano se volvió raro. Pero las uvas no saben de pandemias y reclaman atención. En palabras de Sergio Rodríguez, fundador de Viñas del Nant y Fall, la vendimia es “la renovación de un contrato que uno tiene con un modo de vivir la vida. Cuando cortás un racimo, están presentes el valor del trabajo; del trabajo en familia, de pensar más allá de la inmediatez”.
Las medidas tendientes a contener el contagio de coronavirus hicieron que todas las bodegas debieran adoptar protocolos especiales. En Contra Corriente, ubicada a pocos metros del Rio Percy y muy cerca del centro de Trevelin, explicaron que se hizo llegar una copia del procedimiento a cada colaborador, se utilizaron guantes y barbijos y se respetaron las distancias estipuladas. Aún cuando en la ciudad no se registraron casos, se extremaron las precauciones y los cuidados. Pero lo más desafiante para estos productores, según cuenta Rance Rathie, propietario de la bodega, “es el clima extremo, los vientos fuertes y las heladas, que este año comenzaron en marzo. A veces es frustrante pero son esos mismos factores los que generan la autenticidad y el perfil tan interesante de nuestros vinos”. Que también son saboreados por los pescadores que los visitan de todo el mundo en el lodge de la compañía.
Algo similar ocurrió en Casa Yagüe, ubicada junto a la Ruta 259 a 22 kilómetros de Trevelin y a solo 12 de la frontera con Chile, donde la cosecha la realizó exclusivamente su equipo permanente y la familia propietaria. Patricia Ferrari, co fundadora de la bodega junto a Marcelo Yagüe, explicó que trabajar con un equipo reducido generó que la vendimia debiera hacerse más despacio y en etapas, aprovechando la ventana de buen clima, lo que los ayudó a administrar el proceso. “De todos modos –contó-, extrañamos a los amigos que siempre nos acompañan y debieron cancelar sus viajes. Para nosotros la vendimia es una fiesta, la culminación de todo un año de mucho esfuerzo en el cuidado de las plantas cuyo resultado estará luego dentro de cada botella”.
En bodegas que también han desarrollado el turismo enológico y que están acostumbradas a recibir visitantes todo el año, transitar la vendimia en soledad, sin dudas, resultó algo diferente. “Para nosotros –destacó Juan Manuel Peralta, secretario de Turismo de Treveli – el otoño es imperdible. No solo por la belleza de los bosques con sus colores, o porque la pesca deportiva suele estar en un momento para disfrutar, sino también porque la vendimia se ha transformado en una ocasión excelente para visitarnos. Este año pude compartir este trabajo con los bodegueros y nuestro deseo es que podamos compartir las cosechas venideras con los turistas”.
Un poco de perseverancia
Los días de vendimia son largos. Se comienza temprano por la mañana, alrededor de las 9, cuando ya amaneció, y el trabajo no se termina hasta entrada la noche. Una vez que las uvas llegan a la bodega, es tiempo de comenzar la elaboración. “Al final del día, aprovechando que la temperatura baja, procesamos los vinos en la bodega -explica Emanuel Rodríguez, responsable del viñedo y de la elaboración de Viñas del Nant y Fall, y tercera generación de expertos-. Para elaborar los vinos tintos, durante el día podemos llegar a cosechar casi 5 mil kilos de uvas pinot noir y los procesamos durante la noche, cuando la temperatura baja de los 10 °. Luego de macerar las uvas entre 48 y 72 horas a bajas temperaturas, podemos comenzar la fermentación. Para nosotros es una forma de demostrar que con mucho esfuerzo todo se puede, que no hay límites”.
Esa misma tenacidad y pasión por ampliar las fronteras del vino se viven en Casa Yagüe, que se convirtió en la primera bodega de Chubut en exportar a Europa. Tienen plantaciones de Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillón, Cabernet Franc y Pinot Noir. “En el viñedo –cuenta Marcelo Yagüe– se hace un manejo individual con cada planta y luego se realizan distintas microvinificaciones en función de los sectores de cada parcela, siguiendo la evolución y maduración de las uvas. Esto genera distintas fermentaciones, para luego obtener vinos de mayor complejidad”.
Y Patricia, de Casa Yagüe, completa: “Las viñas soportan un clima riguroso y dan menores rindes que en zonas más cálidas, por lo que producir es de por sí más costoso. Los insumos vienen desde puntos alejados y luego tienen que sortear las mismas dificultades logísticas para llegar hasta los consumidores que saben apreciarlos. Todo este esfuerzo, el que realizan las plantas y las personas para entregar productos de alta calidad, se percibe al beber un vino de Trevelin. Los trabajos, en la viña y en la elaboración, se hacen de un año para el otro, la viña te enseña a ser paciente y perseverante”.
Comentarios