El 7 de junio en Itatí, Corrientes, el hidrómetro que controla las crecidas del río Paraná marcó un metro de profundidad en el río, registro récord de bajante en el último año, según información de la Prefectura Naval Argentina. Lejos quedaron los 5 m (máxima del último año) del pasado 6 de febrero. El agua escurrió rápidamente y un mes más tarde ya marcaba 2,40 m, medida que nunca más volvió a traspasar pese a que una pequeña avenida lo llevó a 2,38 m el 30 de mayo, pero también descendió bruscamente.
Esto que sucede en Itatí es una radiografía del Alto Paraná desde Ituzaingó. Aguas abajo de Confluencia (Paso de la Patria/Isla del Cerrito) han acontecido otras oscilaciones, producidas por el ingreso del cauce del río Paraguay, que recolecta las lluvias del Pantanal, más las de las cabeceras andinas de los ríos Pilcomayo y Bermejo. Estas últimas prevalecieron durante varios meses, tiñendo al Paraná del clásico color aleonado.
Los motivos de las oscilaciones en el Paraná
Las variantes sobre el Paraná se deben a la falta de lluvias producidas por el fenómeno de El Niño sobre el océano Pacífico y las consecuentes regulaciones del paso del caudal por “más de 57 represas en la cuenca, considerando solo aquellas con altura superior a 10 metros, que transformaron al río Paraná y sus principales afluentes en una sucesión de lagos. Las usinas de mayor capacidad instalada son Itaipú, Furnas y Porto Primavera”, de acuerdo con el sitio oficial del gobierno paraguayo.
En mayo terminó en el Pacífico el fenómeno de La Niña, con la escasez de lluvias para Paraguay, el sudeste de Brasil y el nordeste argentino. Cesaron también las lluvias orográficas andinas y las aguas del Paraná Medio e Inferior empezaron a aclararse. Sin embargo no se prevé la ocurrencia inmediata de El Niño y, si bien hay diferencias en los pronósticos, todo apunta a que durante este año las condiciones serán neutras, es decir, sin lluvias potentes que hagan crecer al Paraná como precisamos los pescadores deportivos. Veremos si El Niño se hace presente hacia fin de año.
Paraná: futuro incierto
El río tan bajo se pone fácilmente accesible para la pesca indiscriminada, pues los peces quedan encerrados en lagunas o solo disponen de un pequeño canal para salir y donde una malla hace estragos. A su vez, la creciente incorpora lugares aptos para el desove de muchas especies de valor deportivo y aporta gran cantidad de nutrientes al inundar los campos. Con las actuales condiciones, nada de esto será posible.
Por otra parte, semejante bajante origina problemas para la navegación, ya que los bancos dejan márgenes muy chicos de calado y hasta se cierran pasos tradicionales. El guía Federico Rufanacht mostró, días atrás, cómo estaban casi secas las salidas del Víbora y el San Jerónimo sobre el Paraná, a la altura de Reconquista, Santa Fe. Así como las embarcaciones deben alinearse en los escasos canales, los peces también desfilan sobre ellos quedando fácilmente expuestos para la extracción indiscriminada. Y, al menos en el próximo semestre, nada parece cambiar.
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