Friday 19 de April de 2024
PESCA | 22-04-2023 10:00

Flycast en el lago Meliquina de Neuquén = hermosas truchas arcoíris

Los espejos, a los que muchos califican de estancados, tienen una dinámica compleja. Quienes descifren sus secretos mejorarán su forma de abordarlos. Técnicas, equipos, moscas y estrategias puestas en juego en uno de estos sitios.
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Espejo, agua quieta, estero, agua calma, todas alusiones a lo que es un lago. Muchas veces los pescadores que gustamos del agua en movimiento de los ríos, y sus incontables variantes, podemos caer en la trampa de creer que un lago es un gran depósito de agua inmóvil e inerte. Nada más lejos de la realidad. La dinámica de un lago no es tan evidente a primera vista pero la tiene y hay que entenderla. 
Invitados por Nahuel Moral y con la compañía de José Luis Moral y Daniel Pappalardo, emprendimos este relevamiento al lago Meliquina para tratar de descifrar sus secretos y entender un poco más la dinámica de sus aguas. En lengua originaria, Meliquina parece significar meli: cuatro, y cünga –que se pronuncia cuna– refiere a punta, rincón o esquina –también podría ser linajes o familias–: cuatro esquinas o cuatro familias.
Alojados en San Martín de los Andes y tras recorrer 27 km de asfalto por la RN 40 hacia el Sur y 6 km de ripio por la RP 63 hacia el Este, accedimos a la margen occidental del lago, cercano a la desembocadura del río Hermoso, allí hay un desplayado al que se llega fácil, y es una bajada natural y agreste de botes donde se pueden dejar el vehículo y el tráiler. Es un sector casi siempre reparado de los vientos predominantes, y eso es otra ventaja para subir y bajar embarcaciones.

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Es falso que el agua esté quieta, este lago recibe aportes hídricos de un tributario principal que es el río Hermoso –y varios cursos menores más– y tiene también un río por donde desagua (río Meliquina). Eso hace que, de alguna manera aunque lenta, el agua se desplace y se mueva hacia el Este. En esos lugares donde un torrente entra a un lago (bocas) también entra alimento, peces menores, insectos, larvas, crustáceos e infinidad de pequeños organismos arrastrados por la correntada. De ahí que las bocas, además de oxigenación y menores temperaturas, aporten comida y sean tan buenas para sorprender a truchas en actitud alimenticia.

Dinámica del viento 

También los vientos mueven el agua y forman corrientes. Por ejemplo, en una bahía donde pega el aire de frente y levanta oleaje, además de oxigenar y remover alimento del fondo genera un reflujo de corrientes hacia los extremos de la bahía que terminan fluyendo en dirección prácticamente opuesta al viento. Como si, sumergidos en una bañadera, empujáramos con los pies el agua contra el medio de uno de los extremos –dada la forma semicircular–: el líquido presionado en el centro tiende a generar un retorno por los costados. Esto pasa en una bahía sometida a vientos constantes, que no necesariamente deben ser fuertes. Y esas corrientes suelen formar lo que se conoce como líneas de comida, que no es otra cosa que espuma con sedimentos, restos vegetales y pequeños organismos. Por eso las truchas acostumbran a merodear estas líneas de espumita. Y los pescadores no podemos dejar pasar la oportunidad de dirigir hacia allí nuestros intentos.

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Otro indicador de posibilidades de pesca es la vegetación acuática. Donde hay juncos, algas o zonas bajas inundadas, es factible dar con truchas, ya que son los puntos donde se esconden y mimetizan los pequeños organismos que tratan de escaparle a los predadores. Los fondos pedregosos con piedra bocha también son interesantes puntos para dar con peces que rondan esas estructuras, donde además de alevinos y otros organismos menores, puede haber pancoras y camarones (Aegla y Samastacus), muy apetecidos por los salmónidos.

Cañas y líneas 

Equipos de potencia #6 son aptos y apropiados para pescar este lago con líneas de flote y de hundimiento, dependiendo del sector y del tipo de pesca a realizar. Para actuar de costa y al vadeo conviene comenzar sin meterse mucho ni efectuar lances demasiado largos de entrada, muchas veces las truchas no están lejos y al meternos las espantamos, o con el chapoteo de la caminata o con la línea si lanzamos muy lejos y el pez está cerca. Ella va a ver primero la línea y cuando llegue la mosca, ya se habrá ido o estará alerta y desconfiando. Por eso es preferible ir de a poco, de afuera hacia adentro y de menos a más.

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En nuestro caso, pescamos durante la mañana vadeando tanto con líneas de flote, líderes de 9 a 10 pies y ninfas en sectores de algas de las bahías de la costa Norte del lago, y también con líneas de hundimiento y líderes de 6 a 8 pies con estrímeres lastrados. Con  ambas estrategias tuvimos resultados con truchas arcoíris. Y cuando pasamos a pescar desde el bote, remando paralelo a la costa y lanzando hacia las orillas, además de truchas arcoíris prendimos algunas marrones. Aquí acortamos los líderes a 5 y 6 pies, sacrificando un poco de movilidad a la mosca para prospectar la zona más profunda y que el conjunto bajara en forma más pareja. Aprovechamos bien los veriles, dejando bajar bastante cuando la costa era abrupta y metiendo tiros bien cercanos a estructuras como troncos sumergidos, grandes piedras y paredones a pique. También lanzando a la proyección de la sombra de los árboles orilleros. Todos lugares de posible acecho o refugio de las truchas. Las moscas utilizadas fueron Zonker, Matuka, Bunny Leech, Egg Suking Leech, Woolly Buggers y sus variantes, y también algunas ninfas nadadoras grandes como Bitch Creek, Montana y Rubber Legs, que resultaron ser muy efectivas con las truchas de este espejo.
Los mejores momentos de los lagos son los dos crepúsculos, el matutino y el vespertino. En verano es mejor el de la mañana porque el espejo tuvo tiempo de enfriarse durante la noche y las condiciones de agua son ideales para las truchas que suelen arrimar a las orillas durante el período nocturno. Y en época de clima frío a veces rinde mejor el atardecer. En nuestro caso estiramos la jornada, haciendo un descanso reparador a mediodía y aprovechando tanto la primera como la última hora.  

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Concretamos una buena pesca, vivimos momentos de amistad y camaradería, y nos llevamos nuevas experiencias en un ámbito de aguas supuestamente estáticas. Por eso cuando hablamos de aguas quietas, tal vez nos quedamos cortos. Serán más lentas, algo más mansas, pero no por eso improductivas. Analizar su dinámica, entenderlas, comprender por dónde se mueven las truchas buscando qué tipo de forraje, en dónde poner una mosca, cómo trabajarla y con todo ello lograr seducirlas, seguirá siendo un desafío digno y apasionante.

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Alejandro Inzaurraga

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