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PESCA | 08-08-2017 08:57

Matungos donde nace el viento

El espejo de un dique sanjuanino brinda colosales pejerreyes. Equipos y técnicas para disfrutar a lo grande. Galería de imágenes.
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Más allá de los límites de la provincia de Buenos Aires podemos encontrarnos con infinidad de ambientes ideales para realizar la pesca del pejerrey. Recorriendo caminos, en esta ocasión fuimos a la región cuyana, más precisamente a San Juan. Y apenas arribados a la ciudad capital nos encontramos con Carlos Cano, guía y amigo. A partir de ahí nos restaban recorrer 200 km. Nuestro destino de pesca fue el dique Cuesta del Viento, ubicado en la localidad de Rodeo. Para llegar transitamos por Ruta 40 hacia el norte unos 160 km hasta Jáchal y desde allí 40 km más por Ruta 150 hasta destino.

Nos alojamos en Cabañas Rincón del Viento, donde nos esperaba Carlos del Carmen, propietario del establecimiento. Con él y un grupo de pescadores de la ciudad de Mendoza compartiríamos una cálida cena de bienvenida.

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Entre anécdotas y secretos sobre cómo se realizaba la pesca en este dique, Cano nos ponía a tono de las características del ámbito. En especial la atención que debemos prestarle al viento zonda, factor principal que puede llegar a impedir la realización de la pesca. El impactante dique Cuesta del Viento es un imponente espejo de agua cristalina color turquesa inmerso en un espectacular entorno de cordillera, que permite apreciar la naturaleza de un lugar único en el mundo. Se trata de un lago artificial que ocupa unas 3.000 hectáreas. Pero no sólo el paisaje de Cuesta del Viento es sorprendente, sino también su particular comportamiento climático. Por la mañana resulta ser un lago color turquesa fuerte, completamente tranquillo y planchado, ideal para pescar o realizar paseos en kayak. Sin embargo, pasado el mediodía, entre las 13 y las 14 horas, como si estuviera programado automáticamente, un poderoso viento comienza a soplar persistentemente entre los cerros, formando un oleaje que no es común ver en un lago, transformándolo en peligroso para paseos y pesca pero ideal para practicar deportes con un nivel de adrenalina un poco más elevado, como el windsurf y el kitesurf.

Los equipos

La modalidad que se usa es la línea barranquín o paternóster, ya que nos vamos a encontrar pescando entre los 5 y 15 metros de profundidad. Para alcanzar esa hondura se hace un nudo corredizo en el multifilamento o nailon de nuestro reel. La línea tiene un largo total de 3 m con tres anzuelos (también puede ser de dos) N° 1/0, con brazoladas largas que alcanzan el metro, y un plomito al final de la línea. La carnada utilizada es mojarra viva. Las cañas telescópicas tienen un largo que oscila entre 3,60 y 4,20 m.

Cano dio paso a botar la embarcación en el predio municipal que cuenta con bajada de material. Con los factores climáticos en óptimas condiciones, comenzamos a navegar hasta uno de los sectores de pesca que el guía tenía seleccionado.

El ecosonda marcaba una profundidad de 40 m y allí realizaríamos los primeros intentos para dar con los flechas “más grandes del mundo”. La pesca se practica totalmente al garete. Los pejerreyes no se regalan fácilmente: no vamos a lanzar nuestros aparejos al agua para dar al instante con estos monstruos. Recomiendo tener paciencia y esperar el momento en que el pez se decida a tomar la carnada. El pique es muy sutil, de hecho hay que dejarlo comer bien antes de concretar. Así fue cuando Nicolás marcó el primer pique de la jornada en su línea. Llevada muy suave hasta que el paternóster desapareció por completo, el momento de producir la clavada. Sentíamos que la chicharra del reel marcaba cómo sacaba multifilamento. Es impresionante lo combativos que son los pejerreyes de este espejo. Luego de unos minutos de pelea y de poder disfrutar la sensación de estos ejemplares, Nicolás logró acercarlo a la embarcación, mientras Cano preparaba el copo para poder izarlo y dar finalizada la resistencia que el pez ofrece. Fue impresionante ver semejante ejemplar, que acusó 1,600 kg y midió 55 cm. La adrenalina se hace sentir en cada instante de la pelea, transmitiéndonos una emoción única con estos matungos.

Continuando la jornada, decidimos cambiar de lugar buscando un poco más de profundidad. Ahora el ecosonda acusaba 60 m. Lanzamos los aparejos al agua y nuevamente a la espera. Sacábamos entremezclados flechas que iban de 25 a 40 cm, verificando que hay una gran población de juveniles. Ahora le llegaba el momento a Del Carmen, propietario de las cabañas y guía. Vimos que el paternóster se sumergía por completo, con un pique voraz. Momento de concretar y nuevamente la adrenalina corría por nuestras mentes pensando que podía ser otro de los inmensos ejemplares que atesora el dique. Y tras acercarlo a la embarcación e izarlo, el ejemplar acusó en la balanza ¡1,800 kg!

Las jornadas de pesca fueron muy similares, e incluso en ocasiones brindando dobletes, como el que concretaron Cano y Del Carmen, quienes luego de demostrarnos cómo se brinda una épica batalla, obtuvieron ejemplares dignos de admirar.

Cabe aclarar el porqué de estos pejerreyes tan significativos. El dique no cuenta con plancton ni con ninguna vegetación similar, lo que llevó a que la especie se hiciera carnívora, alimentándose de juveniles. Y en algunos casos comprobados, hasta son capaces de dar cuenta de flechas de hasta 25 cm. Es bueno que la provincia de San Juan tome como referencia la actividad y conocimiento de estos baluartes de la pesca local, apostando al crecimiento de este deporte que convoca a miles de aficionados de distintas partes del país. Todo este trabajo augura que muy pronto la provincia se posicionará entre las más importantes para la pesca deportiva. Y Cuesta de Viento es un claro ejemplo del camino a seguir.

Nota completa publicada en revista Weekend 539, agosto 2017.

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Marcelo Ferro

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