Thursday 28 de March de 2024
PESCA | 28-05-2012 16:48

Grandes en el Delta

En islas y arroyos cercanos a la desembocadura del Paraná Miní, pescamos dorados y tarariras. Gran cantidad de piques, con señuelos y moscas.
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Los comentarios llegaron a nuestros oídos: había grandes tarariras y dorados en los bajos cercanos a Martín García y arroyos pequeños de la Segunda Sección del Delta, pescados con artificiales. Rápidamente nos pusimos en contacto con Martín Gómez, gran conocedor y guía del Río de la Plata y el Delta, y programamos la salida. Lo aconsejable es elegir una jornada con río en bajante y vientos suaves, que la tecnología moderna nos permite pronosticar con poco margen de error. Embarcamos desde el Yatch Club Buenos Aires de San Fernando. Como el viento soplaba de leve a moderado del sector noreste, para evitar las olas de frente y, por consiguiente, golpear mucho con el casco de la lancha, el guía optó por navegar por arroyos y canales internos de Delta.

Dorados a la vista. Según el informe de Prefectura, cuando partimos el río se encontraba en creciente suave, y permanecería así hasta el mediodía. Luego de aproximadamente una hora de navegación arribamos al lugar elegido: un banco de arena con excelente corriente de agua. Pronto observamos una gran actividad de dorados cazando, arremetiendo contra pequeños sábalos y bogas. Decidimos probar con ellos. Juan Manuel Silva y Paco Rodríguez tirarían con mosca, mientras Alejandro Olmedo, Martín Gómez y yo intentaríamos con señuelos. Las tarariras las dejaríamos descansar hasta la tarde, ya que después del mediodía el río comenzaría a bajar y el viento sería más suave, por lo que aumentarían las chances con esta singular especie.

La pesca se puede practicar desde la embarcación, pero lo ideal es bajarse y probar metido en el agua, ya que en la zona hay poca profundidad, no más de 50 cm. Igualmente, siempre es aconsejable cerciorarse sobre la hondura y la firmeza del piso, además de ir calzado con zapatillas o zapatos de vadeo.

Las respuestas no se hicieron esperar. Tanto Juan Manuel como Paco tuvieron sendos piques de dorado y tarariras de muy buen tamaño. Lo llamativo era que durante la lucha con el dorado por su intento de escapar, varios congéneres lo perseguían y se disputaban la mosca o el artificial que colgaba de su boca. Por lo tanto, cuando algún compañero de grupo capturaba un dorado había que arrojarle cerca un señuelo o mosca y de inmediato se producía otro pique.

Nuestro fotógrafo no paraba de correr de un sitio a otro, ya que todos lo requerían con un pez clavado y pretendían registrar su captura. Hasta el mediodía el pique no mermó. Luego decidimos hacer un alto para almorzar. Y después sería el turno de las tarariras.

El río había comenzado a bajar y se empezaban a dar las condiciones ideales para la tararira. Martín comentó que nos llevaría a un arroyo angosto y de poca profundidad, que era una de esas cuevas que nunca fallan.

Ya en el lugar, efectivamente comprobamos que era el ámbito ideal para esta especie. Colocamos señuelos de media agua debido a que el arroyo tenía escasa hondura. La técnica consistía en arrojar lo más lejos posible y recogerlo lentamente, que viniera casi tocando el fondo.

Interrumpir el letargo. Luego de varios intentos sin resultados, no podíamos creer que no hubiéramos tenido pique. Era seguro que las tarariras estaban, pero no picaban. Había que activarlas. Entonces recurrí a un viejo truco: saqué el señuelo y coloqué un leader con anzuelo y un trozo de filete de boga, lo arrojé bien lejos y lo comencé a recoger lentamente. Sentí un toque muy suave, lo moví un poco como tiroteando y enseguida vi que la línea se afirmó y comenzó a desplazarse de costado. Esperé unos segundos, siempre con la línea tensa, y efectúe la clavada. El agua explotó, y se desarrolló una atractiva pelea. Corridas, saltos y acrobacias se pudieron observar mientras duró la lucha, logrando al mismo tiempo movilizar a muchas tarariras que efectuaban grandes borbollones.

El objetivo estaba cumplido: habíamos sacado de su letargo a los peces. A partir de ese momento volvimos a los señuelos, todos de acción lenta, de media agua y fondo. Y el éxito fue total. Muchas tarariras capturadas, incluso varios dobletes. Y todas de muy buen porte.

Para spinning utilizamos equipos livianos: caña de dos tramos de grafito de 1,95 a 2,10 m, con reel frontal pequeño con capacidad para 100 m de multifilamento del 0,18, y líder de unos 20 cm con una resistencia de 20 libras. Es importante llevar una pinza boga grip para sujetar al pez, y una de punta larga para ayudar a sacar el anzuelo y evitar lastimarlo a fin de devolverlo a su medio con el menor daño posible. Los equipos de mosca se armaron con cañas de grafito para líneas N° 6, un reel acorde con la vara y con capacidad para 100 m de backing de 20 libras, y una línea de flote N° 6 o una sinking tip (los primeros 3 metros se hunden), debido a que en el lugar no hay mucha hondura y no hace falta que profundice mucho.

El líder no debe ser muy largo, como máximo 1 metro. Y para fly también hay que colocar un pequeño líder de acero de unos 20 cm y moscas con mucho volumen, en colores flúo combinados con negro. Así concluimos esta salida hacia los bajos de Martín García y sus islotes cercanos, más los pequeños cursos de la Segunda Sección del Delta. Un lugar cercano a la Cuidad de Buenos Aires que nos permite practicar distintas modalidades sin necesidad de ser un experto en la materia.

Nota publicada en la edición 474 de Weekend, marzo de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Alvarito .

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