Muchas veces la náutica está considerada como una actividad elitista, y en realidad no es así. Gran cantidad de personas navega en pequeños veleros o en lanchas que hacen un gran esfuerzo para adquirir. En general navegan para salir de su rutina diaria, ya sea como esparcimiento con la familia o para ir a pescar, actividades que los ayudan a distenderse de las obligaciones diarias. Para muchos a veces resulta difícil entenderlo.
Desde hace varios años los destinos de fin de semana eran buscados en la costa uruguaya: Carmelo o Colonia, dos de los clásicos. Pero ahora que Uruguay pone trabas, ¿no será momento de repensar el modelo y de buscar alternativas? ¿Cuáles, por ejemplo? Simple: potenciar destinos en nuestros ríos para que el navegante tenga alternativas locales.
El Salón Náutico de Génova arrancó con todo
Uruguay se preocupa por tener infraestructura de nivel para recibir embarcaciones deportivas. Y si bien lo hace el Estado, las obras podrían ser emprendidas por particulares, lo que generaría un beneficio económico no solo a quien las explota, sino a los negocios y emprendimientos cercanos. Basta con navegar muy poco para darse cuenta de que en nuestro país no hay lugares para amarrar, solo clubes privados o estatales que no cuentan con la posibilidad de amarras temporarias para los que que desean pasar el día, y no me refiero a la zona del Delta donde sí hay paradores y restaurantes, sino en otros sitios cercanos a las ciudades. Si la gente va a Uruguay es no solo porque puede amarrar por el día, sino también porque cuenta con lugares donde pasar la tarde, salir a caminar, ir a comer algo. Pero si lo analizamos detenidamente, es caro, lo era antes y ahora lo es mucho más. Y el consumo de combustible es una variable significativa.
Ir más allá de la Segunda Sección
En síntesis, el navegante deportivo no encuentra en la provincia de Buenos Aires o en Entre Ríos un lugar donde ir a pasar una tarde, a menos que lo haga en un parador en el Delta. Basta observar el río durante fin de semana para notar que la mayoría de las embarcaciones navegan desde la zona de Martínez hacia el norte. Son muy pocas las que lo hacen desde esa línea hacia el sur, y es porque no existe el incentivo para hacerlo.
La náutica deportiva como actividad, por lo general tiene muchas trabas. Trabas que no se condicen con lo que pasa en otras actividades. ¿A qué me refiero? Si quiero hacer una travesía en moto o en auto me subo al vehículo y recorro por donde quiero mientras cumpla estrictamente las normas no habrá ningún problema en circular. Por eso es conveniente que se revean ciertos aspectos que hacen a la náutica deportiva, para hacerla mucho más sencilla sin afectar la seguridad.
No va a faltar quien me diga que mi propuesta no va a funcionar. Pero... ¿alguien lo intentó alguna vez? En los años que llevo como navegante no conozco una sola persona que haya presentado un proyecto, entonces mal pueden afirmar que no va a funcionar. Así como en Uruguay todo es arancelado y nadie se queja al pagar, en la Argentina también debería ser así, entonces... Las amarras deben ser caras en todos lados para que los vivos no dejen la embarcación indefinidamente. Los valores deberían variar de acuerdo al tamaño de la nave: más grande más paga; si pagaban con gusto en Uruguay y tenían un consumo importante de nafta ¿por qué no lo pueden pagar acá? En el mismo sentido y para ser prácticos, deberían reservarse con tarjeta de crédito para evitar que no se cumpla, y tener baños arancelados (lo mismo si se carga agua o se toma electricidad).
Críticos recurrentes
El argumento de los que se oponen será: “A esos lugares la gente puede ir en auto”. Correcto, pero no es lo mismo, el que tiene barco quiere navegar. Y si hay un servicio ad hoc, mucho mejor, por ejemplo, que los restaurantes de la zona tengan una atención respecto de los valores de las amarras para quienes almuercen o cenen en sus establecimiento. Si a los navegantes les dan las posibilidades, estoy convencido de que ellos irán.
¿Dónde se pueden realizar estas obras en en la Ciudad de Buenos Aires? En Dársena Sur, en el Riachuelo (Vuelta de Rocha), en Zárate, Campana, Escobar, Villa Paranacito y hasta en Gualeguaychú, donde muchos no van porque no hay amarras. Y no vengamos con el argumento de que en el Riachuelo ingresan muchos barcos de porte.
En el río Paraná navegan muchos más y hay actividad deportiva. Todo se puede hacer en orden y al que no lo respeta que le caiga el peso de la ley. Si bien es más fácil decir no, se podría hacer una prueba con unas pocas marinas, y si funciona se van agregando más. De manera complementaria se podría mejorar el servicio con una bajada de embarcaciones, como ya lo he propuesto en otra nota. En definitiva, es para pensarlo. En las crisis surgen ideas que pueden llevar a una mejor calidad de vida. Y en algún momento hay que comenzar.
Martín García desperdiciada
A 56 km tenemos la isla Martín García, un lugar maravilloso, casi prohibido para el navegante deportivo debido al muelle que hizo la Armada en los años ‘40 y que no se puede atracar en él. Sin embargo hay otras opciones de amarre para disfrutar de este lugar. En los siguientes videos pueden verse los problemas y las soluciones; y es una reserva natural. Los Parques Nacionales también son reservas naturales y sin embargo están abiertos al turismo. En la isla vive gente que desea ofrecer sus servicios turísticos al visitante, pero no se puede. Considero que es hora de repensar muchas cosas.
Comentarios