Mientras el mundo entero está abocado de lleno a la lucha contra la pandemia del COVID-19, en los últimos días apareció otro virus que ya está causando graves estragos entre las poblaciones de conejos y liebres que habitan en distintos países de América del Norte. Se trata de una extraña y altamente contagiosa enfermedad conocida como RHDV2 (o virus de la enfermedad hemorrágica de conejo). “Nos referimos a este patógeno como "ébola del conejo’”, aseguró Amanda Jones, veterinaria de Killeen, Texas, EE.UU.
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Según la especialista esta enfermedad viral exótica es altamente contagiosa y mortífera, pero no representa riesgo de transmisión a humanos ni otras mascotas, aunque advierte que no es recomendable consumir carne de estos animales. Sin embargo, la profesional aseguró que este virus no está relacionado de ninguna forma con el Ébola; un virus que causa un sangrado profuso, fallas orgánicas y muerte en humanos y primates. Aunque sí reconoce que el RHDV2 destruye el cuerpo de los conejos y de las liebres de forma similar.
Este brote es el cuarto de RHDV2 que se haya reportado en Estados Unidos, aunque diferentes variantes del virus se han dado a lo largo de todos los continentes desde que un grupo de científicos lo descubrió en China hace 35 años. Sin embargo, esta es la primera vez que el virus se propaga más en conejos salvajes, liebres y picas nativas de Norteamérica. “El hecho de que esto se esté propagando por diferentes condados y especies de conejos es bastante preocupante”, aseguró Eric Stewart, director ejecutivo de la Asociación de Criadores de Conejos de Estados Unidos a VIN News.
En 2018, el virus apareció entre conejos domesticados de Ohio y luego otro brote surgió en el Estado de Washington. A finales de febrero, más de 12 conejos y otras tantas liebres aparecieron misteriosamente sin vida en el Centro de Medicina Aviar y Exótica de Manhattan, sucumbiendo al virus en minutos entre convulsiones violentas.
Uno de los impactos más severos de esta enfermedad se presentó en la isla Tiburón, frente a las costas de Sonora, en donde los indios seris reportaron centenares de liebres muertas a causa de esta enfermedad. Según algunos testimonios, los animales infectados terminan con una muerte horrible, con convulsiones, hemorragia por la nariz, sangrado y fluidos sanguinolentos por orificios corporales. La liebre comienza a dar vueltas de manera desenfrenada y con chillidos terminales y finalmente tiene un paro cardiaco, en un proceso que puede durar hasta 30 horas. En las etapas finales, los órganos (bazo e hígado) fallan y su sangre deja de circular apropiadamente. En los brotes actuales, las autoridades mexicanas han reportado una tasa de muerte de cerca del 90%.
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