Unidos por su gran pasión de conquistar los cielos, el 4 de junio de 1783, los hermanos Joseph-Michel y Jacques-Etienne Montgolfier inscribieron su nombre en la historia de la aviación al ser responsables fundamentales del primer vuelo en globo aerostático del mundo.
El sueño de los hermanos fabricantes de papel se puso en marcha en diciembre de 1782, en la ciudad francesa de Avignon, cuando decidieron crear un artefacto que pudiera ser inflado con aire y lanzado hacia el horizonte. Asì, tras varios intentos fallidos, finalmente los Montgolfier lograron crear un globo hecho de seda y papel que contaba con 10 metros de diámetro.
Para poder reivindicar la paternidad y efectividad de su revolucionario invento, los hermanos Montgolfier decidieron llevar a cabo una exhibición que tuvo lugar el 4 de junio de 1783 en la pequeña ciudad francesa de Annonay, ante una verdadera multitud que se dio cita en el lugar para presenciar el histórico acontecimiento.
El primer vuelo en globo
Tras lograr que el globo aerostático se elevara entre unos 1.600 a 2.000 metros de altura, lograron que se desplazara en el aire durante aproximadamente dos kilómetros, en el lapso de 10 minutos.
Gracias al éxito de su revolucionaria nave voladora, los hermanos Montgolfier fueron convocados para realizar presentaciones en numerosos países europeos, lo que les permitió reunir dinero para continuar perfeccionando el globo aerostático, con la intención que pudiese servir como medio de transporte.
Así, el 19 de septiembre de ese mismo año, el globo transportó a sus primeros seres vivos: una oveja, un pato y un gallo, en una demostración que tuvo lugar sobre el palacio real de Versalles y que contó nada menos que con las presencias del rey Luis XVI y de la reina María Antonieta.
El siguiente paso fue construir un prototipo lo suficientemente grande como para que pudiese viajar una persona: el globo estuvo listo el 15 de octubre y fue probado por el joven médico y profesor de Física y Química francés Jean-François Pilâtre de Rozie sin mucha fortuna ya que el vuelo finalizó abruptamente después de que se declarase un pequeño incendio en el globo, aunque todos los tripulantes pudieron aterrizar sin problemas.
Seguramente, los hermanos Montgolfier jamás se hubieran imaginado que hoy, 283 años después, los globos aerostáticos se iban a convertir en una gran atracción turística que les permite a sus valientes ocupantes desplazarse por las alturas y disfrutar de los diferentes paisajes por los que se transporta.
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