El 31 de enero de 1542, mientras realizaba una de sus tantas arriesgadas travesías, esta vez desde el océano Atlántico hasta Asunción, Paraguay, el conquistador español Alvar Núnez Cabeza de Vaca, se topó, de manera inesperada, con las Cataratas del Iguazú, convirtiéndose así en el primer hombre blanco en llegar a ese majestuoso lugar.
Fruto de esa larga y accidentada travesía que se había iniciado el 2 de noviembre de 1540 desde el puerto de Sanlúcar, Cabeza de Vaca tuvo que desembarcar de emergencia en la isla de Santa Catalina, actualmente en Brasil, y como su destino final era la capital paraguaya, el viaje a pie hasta allí le demandó nada menos que cinco meses.
Y, precisamente durante ese larguísimo viaje fue que un fuerte ruido que se escuchaba a kilómetros de distancia le llamó poderosamente la atención y lo hizo desviarse de su curso original sin saber a dónde se estaba dirigiendo ni con qué se iba a encontrar.
Viaje al fondo de las Cataratas
Así fue que, sin haberlo pensado y gracias a su gran instinto conquistador, el 31 de enero de 1542 se topó con uno de los paisajes más maravillosos que jamás vio en su vida: las Cataratas del Iguazú, hoy frontera entre Brasil y la Argentina y uno de los destinos más buscados por los turistas de todo el mundo.
Tren Ecológico de la Selva
Tras descubrirlas decidió llamarlas “Saltos de Santa María”, nombre que con el paso del tiempo fue reemplazado por su primitiva denominación guaraní “Iguazú” --antigua ortografía de yguasu-, que significa “gran cantidad de agua”.
Impactado ante semejante paisaje, en su libro de viaje las describió como “el río da un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más”.
Ya consumado ese impensado descubrimiento, Cabeza de Vaca prosiguió la marcha a pie hacia Asunción donde llegó el 11 de marzo de 1542 y fue recibido con gran beneplácito por las autoridades y los vecinos del lugar.
Pero el destino lo llevó a tener que afrontar una numerosa serie de dificultades, odios, rencores y rencillas que lo llevaron a ser encarcelado y posteriormente exiliado a España donde falleció el 27 de mayo de 1559.
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