Un equipo de investigadores del CONICET, junto a un colega de la Universidad Austral de Chile descubrió dos nuevas especies de roedores subterráneos del género Ctenomys, más conocidos como tuco-tucos.
Bautizadas Ctenomys eileenae y Ctenomys verzi en honor a Eileen Lacey y a Diego Verzi, especialistas en el estudio de roedores octodontoideos, estas dos nuevas especies fueron descubiertas en base a una serie de análisis filogenéticos de secuencias de ADN mitocondrial y a evidencias morfológicas cualitativas y cuantitativas.
“Con 66 especies vivientes, actualmente reconocidas, el género de roedores Ctenomys es uno de los grupos con mayor riqueza dentro de los mamíferos. Sin embargo, la taxonomía de este género es dinámica y en las últimas décadas se han propuesto varias especies nuevas y se han sinonimizado otras”, explica Agustina Ojeda, investigadora adjunta del CONICET en el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza).
Si bien ambas especies son originarias del centro-oeste de la Argentina, el Ctenomys eileenae se distribuye especialmente en las laderas andinas orientales de las provincias de La Rioja y de San Juan, donde habita en pastizales y matorrales montanos por encima de los 3.500 m.s.n.m. En tanto que, por su parte, Ctenomys verzi se encuentra en el suroeste de Mendoza, y ocupa ambientes similares entre 2.000 y 2.400 m.s.n.m.
¿Los animales tienen recuerdos?
“La descripción de estas nuevas especies no es del todo inesperada. Los recientes avances en la taxonomía de este género se han beneficiado enormemente por el uso de enfoques integrativos, junto con la colecta de nuevos especímenes en áreas no muestreadas, o poco muestreadas, y la consulta de colecciones biológicas”, señala Pablo Teta, investigador independiente del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET).
“En suma, en los últimos 10 años se han descripto 9 especies nuevas dentro de este género, así como también se han identificado especies candidatas que podrían ser descriptas en un futuro cercano”, concluye el primer autor del trabajo.
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