Mientras seguía muy atentamente con sus prismáticos el vuelo de un buitre en un campo ubicado en la regìón de Eastern England, al este de Inglaterra, un afortunado jardinero británico de 50 años descubrió, por casualidad, el mayor tesoro numismático celta jamás descubierto hasta ahora en ese país: cientos de monedas de oro de 2.000 años de antigüedad, cuyo valor ronda el 1.000.000 de euros.
“Aunque soy un entusiasta de los detectores, aquella tarde estaba contemplando a los pájaros. Vi una pelea entre un buitre y un par de urracas y luego me sorprendió un extraño brillo que venía de la tierra arada de un campo vecino. Al principio pensé que era una arandela vieja, pero tras frotarla y palpar su grosor me di cuenta de que era una hermosa moneda de oro celta. Me tuve que sentar en el suelo en estado de shock”, relató el autor del hallazgo, que, por cuestiones de seguridad se negó a dar su nombre, a la revista británica “Treasure Hunting”.
“Como no sabía cuántas monedas podía haber en total, fui a casa a buscar un detector de metales y tras excavar suavemente un poco, encontré el borde de una urna y cuando lo levanté cayó una cascada de monedas, una escena que no olvidaré nunca. Tuve que sentarme de nuevo para recuperar el aliento. Solo había salido a dar un paseo y encontré un tesoro celta", agregó.
¿De quién son los tesoros hundidos en el mar?
Así, tras un par de horas de recolectar monedas logró llenar dos grandes bolsas de plástico con unas 1.300 monedas, que, según los expertos que las analizaron, datan de aproximadamente unos 20.000 años.
Por aquellos años, la legendaria reina celta Boudica estaba en plena guerra contra las fuerzas romanas de ocupación, por lo que, según los especialistas, esas monedas podrían haber sido utilizadas por la feroz y salvaje jefa de la tribu de los icenos para solventar sus sangrientas campañas bélicas.
Ahora, la justicia británica deberá decidir si el tesoro será cedido, a cambio de una suma fija, a algún museo o si el afortunado jardinero podrá quedárselo, en cuyo caso deberá compartir el botín con el propietario del campo donde las encontró enterradas.
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