El 6 de junio anticipábamos el alerta sobre el jabalí: “En esta pandemia, las especies exóticas invaden y se reproducen en el sur y centro de la provincia de Buenos Aires con total libertad, y en algunos casos generando el inicio de plagas”. Hugo de Luca, el experto consultado entonces, aseguraba que “el jabalí, especie exótica introducida en la provincia de Buenos Aires, sobre todo en la costa, en la zona de Magdalena y Punta Lara que es reserva, fue poblando y repoblando sin un depredador natural, y hoy tenemos al jabalí que se ha convertido,en una plaga que se localiza casi en el 75 % de la provincia”. Sin embargo, por los nuevos informes del equipo del área de Conservación del Parque Nacional Lanín, en Neuquén, su conquista de territorio siguió avanzando y hoy su distribución aumentó más del 30 % en esa área protegida desde 1985. Y eso no es lo peor: la especie se encuentra en 11 parques nacionales del país.
Cruzarse con ellos en ciudades importantes patagónicas como San Martín de los Andes, Junín de los Andes y Bariloche ya es algo frecuente. Y a eso se suman los posibles conflictos y accidentes que pueden surgir y que los medios locales publican con frecuencia. Pero no es solo eso: el jabalí (Sus scrofa) es una amenaza a la biodiversidad debido a que modifica el hábitat de plantas y animales, y reduce la biodiversidad en bosques, pastizales, humedales y en zonas semi-áridas. A modo de ejemplo, hace varios años el Parque Nacional El Palmar, en Colón, Entre Ríos, permitió la cacería de ejemplares dentro del predio para evitar que las piaras se alimentaran de las plantaciones de palmitos, futuras palmeras que tardan decenas de años en crecer.
Sin duda, este avance tiene que ver con que los animales expanden sus territorios ante la falta de presencia humana, en este caso producida por la cuarentena a causa del coronavirus. Según Joanna Lambert, bióloga de vida silvestre en la Universidad de Boulder Colorado, “muchas especies que viven en las afueras de las ciudades han aprendido a adaptarse a la vida cerca de los humanos. Eso significa que son inteligentes, oportunistas y rápidos para acostumbrarse. La mayoría de las veces se mantienen alejados de las personas, recorren sus caminos a nuestro alrededor, cazando y alimentándose al amanecer y al anochecer, cuando hay la menor cantidad de personas pues son muy sensibles a la presencia de otras especies alrededor. Los seres humanos a menudo son tratados por las especies animales como depredadores (...) serán muy sensibles en términos de la hora del día en que salen y serán más activos cuando los humanos lo estén menos”.
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