Seguramente más de algún lector tenga su grupo de amigos con quienes salir a andar en bicicleta los fines de semana. Algo más que esperable, ya que el ciclismo como deporte es una actividad que se mejora mucho cuando se la practica entre varios. Aun así, salir a rodar solo también tiene sus beneficios, tanto a nivel deportivo como personal.
Lo primero que podemos destacar de salir a andar solo es la ausencia de presiones. En un grupo tal vez nos veamos forzado a andar a un ritmo muy exigente para nosotros o con el que no nos sentimos cómodos. Al andar solos, el ritmo lo definimos nosotros según lo que queremos hacer ese día: ya sea pedalear hasta que nos ardan las piernas o simplemente relajarnos al aire libre.
Además, si tenemos un perfil más deportivo, salir solos nos ayuda a mejorar nuestro nivel de exigencia, ya que debemos aprender a regular nuestro ritmo y desempeño sobre la bicicleta. También nos obliga a ser autosuficientes, esto quiere decir que debemos estar preparados y llevar todo el equipo necesario para solucionar cualquier imprevisto mecánico que pueda surgir durante el camino.
En un plano más personal, salir solos nos libera de salidas con horarios prestablecidos. Ahora tenemos la libertad de salir cuando queramos, el tiempo que se nos antoje y según nuestra disponibilidad ahora.
Por último, algo que por ahí muchos no tienen en cuenta es la posibilidad de estar precisamente solos, de estar acompañados solamente por nosotros y nuestro silencio. Rodar sin compañía nos puede ayudar a despejar la cabeza y olvidarnos de todos los temas que nos aquejan durante el día. Si uno sufre de estrés o la rutina diaria que parece muy pesada, salir solo es una excelente manera de aliviar tensiones y, de paso, conocerse a uno mismo.
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