Pocas ciudades de nuestro país tienen antecedentes tan ricos. Pero Concepción del Uruguay, con sus 239 años, no solo tiene historia y cultura, pesca deportiva y blancas playas de arena sobre el río Uruguay: en los últimos años ha sumado interesantes propuestas ecoturísticas al alcance de todos y que magnifican la importancia del bosque en galería en el ecosistema del cauce acuático.
Otro punto fundamental son los accesos, que posibilitan viajar desde Rosario, Mar del Plata, Buenos Aires y Corrientes por autopista. Así que, apenas llegados e instalados en el complejo termal junto con mis amigos Ezequiel y Juan Carlos, partimos hacia la reserva de usos múltiples Isla del Puerto, creada en 2006. En el Centro de Interpretación de Humedales –recientemente inaugurado– nos recibió el guardaparque Mario Rovina, quien explicó la importancia ecológica de la isla con sus 225 ha y las tareas que realizan (charlas y caminatas guiadas para visitantes y estudiantes).
La cordillera en bike, paso a paso
En el marco de estas actividades ya han recibido a 1.500 alumnos de colegios y universidades. Con él nos dirigimos hacia el sendero Inga, que bordea el río. De fácil acceso, se puede llegar en auto hasta su comienzo y lo primero que nos llamó la atención fue un gran recipiente rectangular que rezaba “Chau Chauchero”. Llaman así a la acacia negra por sus frutos en forma de chaucha. Esta especie exótica es altamente invasora, y se la controla recolectando y quemando sus frutos y sacando las plantas.
Ya internados en el sendero, en pocos metros todo cambió de dimensión: los sonidos del tráfico del acceso a la isla se atenuaron por el follaje e infinitos gorjeos y cantos de pájaros se escuchaban entre el ramaje. La isla posee 104 especies de plantas nativas, 151 de aves y algunos mamíferos. Pudimos apreciar huellas de ciervo axis y carpinchos, pero la estrella –el lobito de río– no apareció. El sendero, que en algunos tramos discurre pegado al río, es de transito fácil y apto para todo público por no tener complejidad técnica, tampoco es necesario usar equipo específico, solo buenas zapatillas, ropa cómoda, gorra o sombrero para proteger la cara de los ramazos y es imprescindible usar repelente por los mosquitos.
El guardaparque nos comentó que el ambiente es selva en galería y que en la reserva se crearon también “pasajes de fauna” para que los animales no crucen el camino debido al riesgo de atropellamiento, de esta forma pueden pasar del humedal al río directamente. No se permite el ingreso de perros por su ataque a la fauna del lugar.
Más atractivos únicos
La isla se convirtió en poco tiempo en un atractivo con amplio estacionamiento, paradores, servicios, playas de arena blanca, posibilidad de embarcarse y de pescar desde islas vecinas. Luego del sendero y mate en mano, nos dirigimos al faro Stella Maris, que marca la entrada al puerto, data de 1949 y tiene la particularidad de ser el único fluvial del mundo. Tras almorzar en uno de los paradores frente al río, preparamos las bicis y nos encontramos con Martín Arregui, líder del grupo Ciclismo y Trekking Rural Cdelu que, desde hace seis años, organiza actividades recreativas no competitivas. Junto a ellos fuimos a conocer el balneario Itapé y, cruzando la ciudad con rumbo al Norte, también el clásico Monumento a las Manos, el parque La Salamanca, el velódromo y los amarraderos de embarcaciones. La tarde ya caía y se imponía “algo fresco” para hidratarnos, por lo que rumbeamos para el centro para tomar unas cervezas con posterior baño termal y asado.
Para el segundo día también teníamos caminata, por lo que después de un abundante desayuno nos dirigimos a la zona del banco Pelay, famoso por sus amplias playas de arena. Pero nuestro objetivo estaba un poco más al norte: Paso Vera. Allí nos encontramos con Horacio Mir, de la Dirección de Medio Ambiente, quien junto al Dr. Martín Oliva inició hace unos años la preservación de la zona, también extensión de la selva paranaense, que sorprende por su verdor y frescura.
Ver la espesura fue apurarnos a cargar agua, vianda y el equipo de mate en las mochilas para salir disparados detrás del guardaparque Rovina. Creo que la palabra mágica sería la definición exacta para este sendero y los siguientes en los cuales nos adentramos. Solo se escuchaban gorjeos de pájaros, el viento sobre las copas de los laureles de río e ingás –de unos 20 m de altura–, y el furtivo correteo de algún integrante de la fauna al cual asustamos.
A la vista solo verde
Verdes de todos los matices, desde musgos en troncos caídos a la clásica corteza descascarada del arrayán de río. Ni hablábamos para no perder esos instantes inolvidables. Un tema fundamental de esta parte del recorrido es su facilidad, no es necesario equipo técnico, solo unas buenas zapatillas y gorra para protegerse de las espinas de acacia negra. Huellas de fauna autóctona Luego de 2 km de caminata nos desviamos hacia el Oeste y tras de esquivar una zona anegada nos encontramos con la sorpresa: un campo de médanos anaranjados, lejos del río y al borde de un pinar. Algunos con más de 4 m de altura, pero que antes llegaban al doble: las inundaciones de hace décadas los habían lavado y escurrido hacia el Uruguay. Y semejante arenal sin tránsito de personas ni animales de pastoreo servía de exposición de huellas: patitas de tucu-tucu, axis y gato de pajonal fueron identificadas al instante.
Es sabido que caminar por el bosque despierta los sentidos... y el hambre. Y si le sumamos hacerlo por los médanos, la decisión de almorzar fue unánime, por lo que elegimos un punto estratégico que marcó Horacio: las ruinas dinamitadas de un puesto de Prefectura sobre el río Uruguay. Allí se encuentra el Paso Vera que permite cruzar desde épocas inmemoriales a Uruguay cuando el río está bajo. En segundos las mochilas estaban abiertas y acompañadas por sándwiches y unos amargos. Sol, la vista del río, sus arenas resplandecientes y el viento silbando entre las casuarinas daban... siesta. Así que después de una breve sobremesa para hacer la digestión nos tiramos –literalmente– al pasto a dormir un poco.
Con energías renovadas volvimos por el bosque. Mi app marcababa 6 km de marcha cuando llegamos a los vehículos. Aún nos faltaba un rato de canotaje con Ciclitrekk, más un pendiente: los clásicos bancos de arena en el medio del río. La visión del bosque en galería de Paso Vera Norte desde el río era increíble y contrastaba con los 7 km de playa que posee el banco Pelay. Retornamos al balneario por el Itapé. Estábamos quemados por el sol, felices y agotados. El verde y la actividad física nos habían dejado a punto para otro baño termal, pero con Juan Carlos y Ezequiel nos dimos cuenta de que “los números no nos daban”: nos faltaban pesca y caminatas por el centro histórico. Concepción del Uruguay, “la Histórica” tiene mucho pero mucho más.
Para agendar:
- Ciclismo y trekking rural: Cdelu, en Facebook con ese nombre o en Instagram como ciclitrekk
- Agencia de viajes: Le Barcares. Transfer, recorridos guiados, turismo histórico y trekking con todos los servicios. WhatsApp: 3442 543929, [email protected]
- Isla del Puerto: http//isladelpuerto.com.ar
- Termas: se encuentran sobre RN 14, a 9 km del casco histórico. Poseen nueve piletas –algunas techadas–, de las cuales cinco son de aguas termales saladas (con presencia de cloruro, sulfato y sodio y temperatura que varía entre 37° y 41°) y las restantes frías; y un parque acuático. El predio de 30 ha cuenta con lago, parrileros, sombra, proveeduría, centro de masajes y relax, y restaurante. La oferta de alojamiento es variada: cabañas de madera, bungalows y aparts. Más info: termasdeconcepcion.com
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