Hemos cruzado Los Andes hasta Chile para esquiar, pero también para darnos un gusto muy especial: un baño termal bajo la nieve en Termas de Chillán. Luego de un día vertiginoso en las pistas, entrego los esquíes, camino diez pasos y me zambullo en la piscina al aire libre rodeada de nieve. Elongo las piernas dentro de aguas volcánicas a 37 °C y hago un paneo con la cabeza: estoy en la parte baja de un gran anfiteatro de montañas blancas. Y, a mis espaldas, el hotel. Estiro un brazo y agarro un puñado de nieve que parece chisporrotear como electrificado por el sol. Me recuesto boca arriba y floto con un mínimo movimiento de pies y manos por la densidad de minerales. Braceo hasta una cama de agua y los hidrojets me aflojan las contracturas. De repente, lo esperado: el ciclotímico paisaje concede una nevada con sol. Estoy sumergido en el agua hasta el cuello, dentro de una nube vaporosa como en un baño finlandés. Los copitos me aterrizan como plumas en la cara y se evaporan. La imagen onírica me conduce a un desconcertante estado de gracia. Permanezco en dos dimensiones a la vez: una fría del cuello para arriba y otra cálida en el cuerpo sumergido. Por los poros dilatados se me escurren el estrés de la ciudad y los dolores del esquí. Floto casi levitando en aguas inmóviles hasta no sentir el cuerpo: he salido de mí mismo, alcanzando un blanco nirvana invernal.
Otro hoteles con piscina climatizada al aire libre en contexto de nieve: Arakur (Ushuaia), desde U$S 355. Los Cauquenes (Ushuaia): U$S 200. Design Suites (Bariloche): desde $ 11.000. Hotel Virgo (Las Leñas): $ 72.000, alojamiento y media pensión por persona una semana. Las tarifas son orientativas, calculadas en habitación base doble.
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