En Tabacunda, a pocos kilómetros de Quito, Ecuador, las rosas no dejan de crecer y crecer pese a la cuarentena mundial. Perdido el Año Nuevo Chino, tras un pobre San Valentín y un escueto Día de la Madre del hemisferio Norte, la industria de la rosa ecuatoriana, la más bella del mundo, se vio obligada a usar gran parte de su producción de este año como abono de la tierra. Simple y rico compost.
Entre todas las tristezas que trajo la pandemia, los productores de rosas del Ecuador se vieron obligados a desechar millones de pimpollos. Las casi 80 fincas de flores, distribuidas en cinco regiones que se extienden desde Quito por la Ruta de los Volcanes, producen alrededor de dos millones de rosas cada mes. La industria ocupa a unas 120.000 personas, en su mayoría mujeres. Y es una de las más importantes generadoras de empleo de todo el país.
“Cultivar rosas es como la ganadería o la lechería. No lo podés parar porque si matás el cultivo no hay futuro. No hay prácticamente aviones en el aire y estamos sin saber lo que va a suceder, pero no podemos quedarnos llorando por lo que no fue. Se cortaron millones de rosas que serán abono del negocio en el futuro y cortamos miles de flores que en una acción solidaria que estamos encarando entre todos los productores, regalaremos en Guayaquil a enfermeros y médicos para incentivarlos en su tremenda lucha contra el virus”, relata Alejandro Martínez, presidente ejecutivo de Expoflores, que centraliza el trabajo de unas 80 fincas distribuidas en cinco provincias ecuatorianas: Pichincha, Cayambe, Cotopaxi, Chimborazo y Tunguragua. En su buena época, decenas de miles de paquetes de rosas hubieran sido distribuidos por avión a más de 90 países del mundo. Pero desde el 13 de marzo se han dejado de vender nada menos que 15.200 toneladas de flores.
Pesca: ¿Cómo será la salida de la cuarentena?
Ecuador cubre el 40 % del consumo de rosas del mundo. Algunas llegan a tener hasta tres metros de tallo recto y sus pimpollos pueden ser grandes como un puño y de los más variados colores. Dicen los expertos que hay más de 404 variedades, entre las cuales están la Movie Star, Queen Amazon o Latin Lady.
“Sin logística no las podemos hacer llegar a nuestros principales mercados. No hay forma porque la rosa precisa la inmediatez del transporte de avión y exigen una logística muy compleja. Holanda, el otro gran productor mundial de flores, hizo lobby para que abrieran el aeropuerto de su país y los floristas pudieran realizar sus envíos, pero aquí fue poco lo que pudimos hacer antes del cierre total de fronteras”, agrega Martínez.
Tras ser cosechadas una a una y puestas a mano en paquetes de hasta 15 unidades en inmensas cámaras donde se mantienen al menos a 3 grados centígrados de frío, las rosas se suelen distribuir por pedidos y en avión hasta destino. La logística es fundamental para que cada una de ellas llegue en las mejores condiciones. Este cuidado es uno de los que transformó a la industria de la rosa andina ecuatoriana en una de las más bellas y reconocidas del mundo.
“La primera sensación de depresión ya pasó –dice Martínez–, ahora estamos en la actitud de reinventarnos, preparar para el mañana todo aquello que queríamos cambiar y no pudimos. Hacerlo con serenidad y agilidad. Una de las cosas que estamos encarando es hacer papel con los pétalos de las rosas. Es un proyecto con la Universidad que va avanzando. También Neuthox, ácido hipocloroso o hipoclorito de sodio que es un producto que hemos descubierto que mata el virus como la lavandina y algunas fincas ya lo están produciendo. Es un desinfectante 100 % natural, biodegradable y no tóxico”.
Mientras tanto las rosas continúan creciendo. Están en su clima perfecto, a unos 2.760 metros de altura en pleno Ecuador, donde el sol cae recto y hace frío entre la cordillera andina de volcanes. Los extensos campos son parte de una de las rutas turísticas imperdibles de Ecuador.
@soysandrakan
Comentarios