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TURISMO | 08-10-2019 18:04

Busan: mercado de pescadores y aldea cultural

La segunda ciudad de Corea del Sur tiene un mercado inigualable y una zona cultural que aloja artistas de todo el mundo. Cerca hay playas paradisíacas.
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Patricia Daniele
Patricia Daniele

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Editora Ejecutiva de revista Weekend y su web, Editora General de Vivo.Perfil.com y de Luna teen.perfil.com. Columnista de espectáculos en Perfil.com y Reperfilar. Especializada en turismo y servicios al turista, gastronomía y lifestyle, series y TV paga, teatro y recitales, tendencias del mundo joven. TW e IG. @pato_daniele

Busan es la segunda ciudad más poblada de Corea del Sur después de Seúl. Se encuentra en el sur de la península y es famosa por dos cosas: su mercado de pescadores en el puerto y la aldea cultural en la montaña que aloja a artistas de todo el mundo. Los 325 km que la separan de la capital (de norte a sur) se hacen en tren, en un trayecto de dos horas y media de una formación hipermoderna, que atraviesa casi por completo el territorio del país. 
La línea Gyeongbu recorre con su servicio de alta velocidad las ciudades más importantes con vagones muy cómodos y plenos de tecnología. Unos televisores ubicados en el techo aportan las reglas de uso del transporte, perfectamente comprensibles aunque no se hable una palabra de coreano, y lo logra por medio de un simpático dibujito. Allí mismo promocionan con fervor la oferta quirúrgica de sus centros médicos, la mayoría de estética, otra fuente de ingresos turísticos para la populosa Busan. 

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La ciudad Lego coreana

El viaje se puede programar para ir y volver en el día desde Seúl. Y lo primero que se visita es la aldea cultural de Gamcheon, subiendo por una callejuela serpenteante en auto, aunque también se puede hacer caminando o en el funicular. Por sus casas coloridas, que cuelgan en la ladera de la montaña, se la conoce como la “ciudad Lego” pero es mucho más que eso. Las instalaciones artísticas están por todos lados: enfrente y arriba de las casitas abigarradas que remiten un poco a las de La Boca porteña. Es el lugar ideal para caminar por pasillos intrincados y en ascenso, que llevan hacia improvisados miradores, tiendas de objetos de diseño y hasta pequeños cafés y heladerías. Todo vale para atraer al turista.
Vale la pena hacer un alto para probar una paleta de carne o un humeante helado (sí! con hielo seco), pero hay que seguir recorriendo y subiendo para alcanzar la vista panorámica de la bahía, sacarse una foto con El Principito que está mirando hacia el horizonte (es encantador ver a los coreanos hacer cola para la foto sin que nadie los ordene ni los controle) y encontrar los atelieres y las galerías de los artistas más diversos. Algunos aceptaron la invitación del municipio para pasar un año creando allí y devolviendo el gesto con un mural, una escultura o una falsa pared. Es el momento de dejarse tentar y comprar algo de lo que hacen, pequeño o grande, para llevarse a casa un pedacito de la belleza del lugar. 

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La explicación de lo pintoresco del paisaje tiene una razón histórica: durante la Guerra de Corea, Busan ofreció refugio a los miembros del movimiento religioso Taegeuk-do y, en 1957, 25 familias se instalaron en las laderas con un mandato estricto de su guía espiritual: que las casas siguieran cierto movimiento y no taparan la vista de los vecinos. Era una zona pobre, la electricidad llegó recién el ‘65 y el agua corriente en los ‘70. Hoy esa estructura no cambió mucho pero está revalorizada por las diversas intervenciones a las que son sometidas sus calles gracias a una iniciativa gubernamental de 2009, con la intención de revitalizar a la comunidad por medio del arte. Y tuvieron tanto éxito que hoy Gamcheon es un gran ejemplo del rejuvenecimiento urbano que recibe muchas visitas internacionales. Bella y plena de tesoros, se convierte en una experiencia inolvidable.

Del mar al plato

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Más sorpresas esperar en el descenso, ya que junto al populoso puerto de la ciudad se encuentra el Jagalchi Fish Market, un galpón gigante para la venta de peces y mariscos rodeado de cientos de puestos iguales en la vereda. Es mandatorio bajar al puerto y comer en el atiborrado mercado de pescadores de Busan, donde se puede, entre cientos de puestos, comprar el pescado o el marisco (¡vivo!) que uno prefiera. Hay langosta, pulpo y otro tipo de mariscos, una infinidad de variedades de pescados y hasta carne de ballena. La mayoría de los vendedores son mujeres. Al ser uno de los grandes atractivos turísticos de la zona, cada mes de octubre se celebra allí un festival.
Luego de pedir la comida, se sube al primer piso del mercado, se elige uno de los puestitos que hay allí y se entrega la pieza comprada para que la preparen y cocinen (o corten en sashimi). Y ellos se encargan de todo. Los más codiciados son el pulpo negro crudo y finamente rebanado (una delicia inesperada), y la langosta, que de moverse en un balde pasa a ser hervida por 20 minutos. Disfrutar de esa carnosidad con el acompañamiento de kimchi y diversas verduras (la mayoría picantes, preparadas bien al estilo coreano), junto a una cerveza local es un gran placer. 

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A esa hora ya cayó la noche y es tiempo de volver a la estación para tomar el tren de regreso a Seúl. O contemplar la opción de quedarse unos días en esta costa, porque las seis playas de Busan son otro de los grandes atractivos locales. Casi todas están dentro de un ambiente urbanizado. La más popular se encuentra en el distrito de Haeundae, rodeada por un paseo marítimo y hoteles de lujo y se la considera un destino familiar. Cerca de allí está el acuario, el más grande del país con más de 250 especies. También es famosa la playa de Gwangalli, cerca del puente Gwangan, cuyo ambiente es muy juvenil.

Datos útiles:

Ubicación: en el extremo sureste del país, limitando al norte con Gyeongsang del Sur, al noreste con Ulsan y al sur con el mar del Este. Es la segunda ciudad más grande de Corea del Sur, con una población de aproximadamente 3,6 millones de habitantes.
Cómo llegar: pasaje a Seúl: U$S 2.088 por Turkish (30 horas con una escala en Estambul). Pasaje de tren primera clase: 79.500 wons (unos U$S 67 ).

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