Desde el Google Earth, el desierto de Huacachina parece un truco de la web. Desde el cielo de Ica, también. Tan particular y misteriosa es la zona, que luego de haber estado allí todavía cuesta creer que Huacachina sea un único oasis real, por fuera del relato fantástico.
“Ciudad de sol eterno”, a Ica la rodean esas arenas milenarias cargadas de años y enigmas, con las inmensas Líneas de Nazca y los cerros y pampas de Jumana, como Patrimonio de la Humanidad.
Sobre esas dunas, donde aún se siguen hallando restos fósiles de tiburones gigantescos y aves prehistóricas, la aventura de los tubulares (vehículos areneros) y el sandboard congrega miles de turistas que se sorprenden por esa otra cara del Perú, distinta de la exuberancia de la selva, y ausente de los clásicos vestigios incas.
Nota completa en la edición 491 de Weekend, agosto de 2013. Si querés suscribirte a la revista y recibirla en tu domicilio, clickeá aquí.
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