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TURISMO | 20-05-2013 14:07

Villa Pehuenia, un rincón de cielo

La ciudad turística neuquina es uno de los lugares que se deben visitar en la Cordillera de los Andes de nuestro País. Galería de imágenes.
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Enclavada a los pies de la Cordillera de los Andes, Villa Pehuenia despliega un paisaje de 360° entre lagos, volcanes y araucarias milenarias. Para llegar a este mágico lugar frente al lago Aluminé, desde Neuquén y pasando por Zapala, se toma la RP 13 hasta Primeros Pinos, unos 60 km de asfalto y luego otros 60 km de ripio.

Pehuén es la denominación original de la Araucaria araucana, la especie que da nombre a la villa. Se presenta en forma de bosque puro, mixto y de lento crecimiento, ya que puede medir hasta 50 m y vivir unos mil años.

Al llegar a Villa Pehuenia uno tiene la sensación de haber descubierto algo así como un tesoro escondido. Es como meterse en un túnel del tiempo que permite imaginar cómo eran estas tierras antes de la llegada del hombre. Será porque las araucarias ya estaban allí conviviendo con los dinosaurios.

Lo primero que se siente entonces es la necesidad de contemplar el intenso verde esmeralda de sus aguas, que permiten ver la profundidad en las rocas, formando imágenes casi irreales. Las playas, las islas, la presencia majestuosa de las araucarias extendiendo sus brazos al cielo. Los imponentes volcanes que dibujan un horizonte cercano a las nubes y muestran sus picos siempre nevados. Todo es un gran complot para el éxtasis.

Con un sinfín de opciones para disfrutar, nadie se queda con las ganas. Para los que elijen los deportes náuticos, para los apasionados de la aventura, los amantes de la pesca deportiva, los observadores de la naturaleza, los que disfrutan la gastronomía, los que buscan un lugar de relax, los que prefieren la adrenalina… Todos encuentran su oportunidad.

El municipio de Villa Pehuenia acaba de cumplir 24 años y cuenta con una población estable de unos 1.800 habitantes en todo el ejido municipal, pero en época de vacaciones el número aumenta hasta los 7.000. Dispone de plazas hoteleras en cabañas, hosterías y viviendas en alquiler, con excelentes servicios.

Se encuentra a tan solo 20 km del paso fronterizo Icalma, que permite el ingreso a las localidades chilenas de Icalca, Melipeuco, Cunco y Temuco, donde se accede a la ruta 5, la que recorre Chile de norte a sur.

Motivos de encuentro

Todos los veranos, a mediados del mes de enero, se realiza la Fiesta del Lago, para festejar el aniversario de la Villa. Así se suman muestras de arte, recitales y actividades para toda la familia, como competencias de rafting, beach handball y vóley, en la playa del golfo Azul. La más numerosa es la competencia de cruce a nado del lago Aluminé, a la que acuden deportistas de todo el país.

Luego del fin de semana largo de Semana Santa y desde el año 2005, se celebra el Festival del Chef Patagónico. Durante dos días se efectúan exposiciones de productos, degustaciones y clases de cocina a cargo de chefs de reconocida trayectoria.

El verano sabe regalar su clima cálido, con temperaturas de 30 grados que invitan a poblar las playas principales. Es que los casi 80 km2 que suman los lagos Aluminé y Moquehue nos permiten descubrir una variedad de casi 80 playas diferentes, a las que se puede acceder por vía terrestre o por agua. Buscar paz en playas solitarias o diversión y deportes en playas más concurridas es tan frecuente como alquilar kayaks, hidropedales o caminar en una burbuja sobre el lago. Sentir el viento navegando en velero, hacer paseos guiados en lancha, salir a remar o, para los amantes de la pesca (la temporada regular se extiende de noviembre a mayo), practicar spinning, trolling y fly casting con el permiso correspondiente.

El otoño pinta de mil matices coloridos al paisaje, que se va transformando en dorados, ocres y rojos intensos, ideales para el treking, las cabalgatas, travesías en 4x4 o mountan bike.

Panorámica mapuche

Una de las vistas más imponentes de la Villa es desde la cima del volcán Batea Mahuida, a 1.900 msnm, desde donde se pueden observar los lagos Aluminé, Moquehue, Llaima, Galletue, la laguna del Batea Mahuida y los volcanes Lanín, Villarrica, Llaima y Lomquimay.

Durante los meses de invierno los deportes de nieve tienen su lugar en el cerro Batea Mahuida, que funciona como parque de nieve desde el año 2000, y es administrado por la comunidad mapuche puel. Esta se ha transformado en un ejemplo para otras comunidades de distintos países que se acercaron para hacer lo mismo en sus regiones. El centro de esquí es ideal para disfrutar en familia: se puede practicar esquí nórdico, alpino, snowboard y también efectuar caminatas guiadas con raquetas. Cuenta con escuela de aprendizaje y confitería/restaurante con capacidad para 250 personas. La temporada se puede extender hasta entrado el mes de octubre.

La gastronomía no es un dato menor. En este paraje, que cada vez suma más servicios de calidad a los viajeros, se nota un esmero especial en la atención de las hosterías, que ostentan como principal característica la vista panorámica del paisaje.

El desayuno de Al Paraíso permite probar mil y una exquisiteces: alfajorcitos caseros, dulces, tés de muy variados blends. Y además charlar con sus dueños, que nos pueden contar la historia y mil anécdotas del lugar. La Balconada es el escenario ideal para ver el atardecer tomando una rica cerveza con una picadita de fiambres y quesos. Y cuando el clima se torna más frío, los inmensos ventanales del restaurante permiten disfrutar de su gastronomía con una vista de privilegio. Allí hay un pequeño jardín/huerta donde cultivan sus propias aromáticas, entre otras especies. El secreto: saborear una copita de helado con frutos del bosque, antes de acostarse.

Más gastronomía

La entrada a la Posada La Escondida está escondida, como aguardando a ser descubierta. Luego de pasar la tranquera de troncos pivotante, se abre un camino a la imaginación. Un vitreaux en la entrada pronostica una decoración diferente. Ecléctico y sofisticado, el living de grandes ventanales se despliega frente al inmenso hogar a leña, rodeado de objetos de colección. Con previa reserva, se puede asistir al restaurante con platos de autor. Un detalle: cada habitación posee su propio balcón terraza y se puede tomar un baño de inmersión con hidromasaje y vista al lago.

Para los que prefieran alojarse en cabañas, una opción diferente es Brillo de Luna, a orillas del lago, en la zona de La Angostura. Allí donde se juntan el Aluminé y el Moquehue. Las cabañas están equipadas con calefón solar y poseen planta de tratamiento de agua. La idea es cuidar lo más posible el medio ambiente, optimizando al máximo los recursos que brinda la naturaleza. Esa es una característica que se puede apreciar en la mayoría de sus habitantes, que quieren cuidar este rincón de la Patagonia, tan cercano al paraíso.

Nota publicada en la edición 488 de Weekend, mayo de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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