Monday 29 de April de 2024
TREKKING | 13-01-2024 18:40

Trekking por el anfiteatro de la Rentería

En una meseta de Río Negro, un laberinto natural con paredes de 50 m de altura permite perderse para descubrir fósiles de 100 millones de años. Por Dardo Gobbi.
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Esta travesía tiene un gran sabor a aventura. Una buena combinación de un lugar poco concurrido pero de una belleza e impacto visual que no siempre se ve. A muchos nos gusta recorrer lo que está poco caminado y este es uno de esos casos. Al anfiteatro de la Rentería se llega de diferentes maneras y desde distintos puntos de las provincias de Río Negro o Neuquén. También se puede acceder en moto, vehículo o bicicleta si estamos pedaleados. Ya en el interior del laberinto, sólo se puede ingresar haciendo trekking. La idea es preservar esta reserva provincial y visitarla varias veces en diferentes épocas del año, porque en cada estación brinda un aspecto diferente. Puedo dar fe porque lo hice. Una de las formas de llegar es partiendo de General Roca, tomando la Ruta 6 que nos lleva a Paso Córdoba. Luego de cruzar el río Negro notamos la gran diferencia entre el valle que dejamos y la meseta que nos recibe, y que es lo que vamos a buscar.

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A media hora de viaje por asfalto llegamos al cruce con la RP 68, de tierra, que sale a la derecha del camino. Ese desvío está a 33 km del puente de Paso Córdoba y antes de llegar al cruce para Cerro Policía. La ruta es transitable y su estado varía de acuerdo a la época del año, pero lo recomendable es ir tranquilo, disfrutando de un viaje por la meseta. Zorros, liebres, aves, alpataco y jarilla son parte del paisaje. Bienvenidos a la meseta. Luego de 45 km arribamos a un cruce con otra ruta de tierra: la RP 74. Allí doblamos hacia la derecha y ya estamos en la planicie del Jagüelito, donde lo primero que encontraremos será la capilla Nuestra Señora de la Paz. Sólo a 5 km de allí tendremos el ingreso al parque cretácico El Anfiteatro. 

Fósiles de millones de años

Debemos ir muy atentos para no pasarnos del lugar de ingreso: es allí donde hay un claro, en la meseta donde podemos dejar los vehículos. Y sólo un cartel muy viejo nos sirve de referencia. El Área Natural Protegida se creó en 1996 con el fin de “conservar una muestra representativa de estratos del período cretácico, conteniendo restos fósiles de la fauna y flora de esa antigüedad”.
Desde allí nos asomamos a un gran mirador vecino a la ruta. Podemos ver el inmenso desnivel que existe entre lo alto y plano de la meseta, y el escalón inferior con formaciones geológicas y marcas de la erosión que el viento y el agua provocaron. Estamos ante un gran cañadón que desemboca en el valle del río Negro. La vista es magnífica.

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Claro que para recorrer el laberinto y sus secretos hay que ponerse la mochila, gorra, llevar abundante agua y descender por pequeños senderos hasta llegar abajo. Una vez ahí, buscamos el ingreso a unos de los brazos de este gran cañadón. Está a la derecha e iniciamos el recorrido por el ancho sendero de arena. Poco a poco el terreno se va elevando lentamente, buscando nuevamente el escalón alto de la meseta. 
Nos encontramos ante 12 estratos de la historia geológica de la Tierra, período cretácico de 100 a 63 millones de años. Se destacan cuatro cañones con paredes de 50 metros de altura y de 2 a 4 km de longitud. Paredones laterales que sorprenden por sus colores rojizos, marrones, ocres, amarillos, blancos. La recomendación es iniciar temprano el recorrido, para caminar lentamente por este laberinto y, cuando se llega al final, se puede almorzar o incluso hacer algún asadito.
Al cabo de media hora ya estamos encerrados entre dos paredes laterales que nos acompañarán por un zigzagueante sendero. Sólo debemos continuar el imaginario recorrido del agua bajando del cañadón, y seguir avanzando. Por momentos veremos cañadones secundarios, a los que podemos ingresar para explorar, pero retomando luego el principal. Lo bueno de este recorrido es que nunca es exactamente igual. 

Nunca es igual

Las lluvias caen desde el escalón más alto de la meseta a uno más bajo. Así se formó y se fue diseñando naturalmente este laberinto que luego de cada tormenta tiene un aspecto diferente, ya que algunas paredes se derrumban, aparecen nuevos colores y las huellas de la presencia humana desaparecen totalmente, generando una sensación de ser un lugar pisado por primera vez. Ese es su principal atractivo.
La cantidad de colores que descubrimos en sus paredes muestran los diferentes estratos que merecen una observación especial. Cada mineral da un color original a estas capas que se acrecientan después de días de lluvia.

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Ahora, luego de una hora, estamos caminando entre paredes rojizas que generan pasillos de no más de 2 m de ancho. También algunos saltos con presencia de agua hacen que debamos trepar o ayudarnos de alguna manera para continuar el recorrido. El silencio es total. El agua y la gorra, indispensables. Los sentidos deben estar abiertos a disfrutar de un paisaje diferente. Lo árido, la arena, los colores, la vegetación característica, las grietas y las formas rocosas se combinan con la presencia de águilas, buitres, liebres o algún curioso zorro que recorre su lugar.
Finalmente, seguimos subiendo hacia la meseta, pero antes se empieza a ensanchar nuevamente nuestro camino. Ya es mediodía y podemos organizar el almuerzo o picada bajo la sombra de alguna pared rocosa.  Luego de una tranquila charla y descanso, retornamos nuevamente por el mismo lugar. La experiencia es diferente, porque cambia el punto de vista y podemos detenernos en lugares que previamente pasamos inadvertidos. Antes de subir hasta el vehículo, el paisaje parece lunar. La arena arcillosa, cuarteada, nos hace sentir que caminamos sobre un colchón de historia. Realmente este lugar es un anfiteatro con laberintos que dejan plasmados en nuestra memoria los infinitos tonos rojizos de la meseta patagónica.  

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Para tener en cuenta

Lo recomendable para realizar este trekking sin inconvenientes es hacerlo con guías habilitados. Mariana de Traslasenda, nos aconseja llevar: 

  • Mochila
  • Comida de marcha
  • Agua: 2 litros
  • Zapatillas/botas de trekking
  • Pantalón de trekking o calza
  • Rompeviento
  • Gorra de sol
  • Protector y anteojos de sol
  • Equipo de mate

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