Los horneros construyen usualmente sus nidos con barro sobre postes, árboles o incluso casas. Pero además de barro, emplean plantas y estiércol de otros animales. Se sabía poco sobre su arquitectura, sobre su asimetría, se creía que las lluvias o los vientos influenciaban en ese factor. Pero no. El motivo sería de carácter genético.
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Así lo sostienen tres científicos en un artículo publicado en la revista científica especializada, “Current Biology”: Nicolás Adreani, Lucía Mentesana, argentinos, y Mihai Valcu, de nacionalidad rumana, todos miembros del Max Planck Institute for Ornithology, plantean la hipótesis de que hay rasgos genéticos que son transmitidos, de generación en generación, que contribuirían a que las parejas hagan nidos con similar arquitectura.
Más de 1.200 personas participaron al tomar fotografías de más de 12.600 nidos, que compartieron en una aplicación gratuita creada hace unos, que permitieron tomar datos a partir de las observaciones de horneros en un breve lapso de tiempo en los 4,8 millones de metros cuadrados que ocupa el área de distribución del ave nativa de Sudamérica. Fue así que los investigadores encontraron, luego de analizar las imágenes que recibieron de observadores de Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia, que un 12% más de construcciones tienen la entrada a la derecha con respecto a los que se orientan hacia la izquierda. Esa posición es también altamente repetible entre diferentes parejas de horneros.
Estas aves, cuyo nombre científico es Furnarius rufus, forman parte del reducido grupo en el que tanto el macho como la hembra trabajan asociadamente para erigir su hogar. Cada pareja construye el nido y lo usa una sola vez. Debido a este comportamiento se pueden registrar en una zona varios de una pareja de años sucesivos, lo que facilitó la evaluación de la asimetría descubierta.
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